Omar González Moreno: “La represión”

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Mar de fondo
Por Omar González Moreno
Opinión

Una brutal represión, como la que aplica Maduro en Venezuela, ha sido utilizada a lo largo de la historia por diversos regímenes como una herramienta para tratar de perpetuarse en el poder.

Este ruin mecanismo se manifiesta a través de acciones violatorias de los derechos humanos para intentar silenciar la disidencia, controlar la oposición y restringir las libertades civiles.

En este caso, la cruel represión que usa Maduro, incluye el acoso, la detención, la tortura y hasta el asesinato de activistas o de quienes sospeche sean de oposición; así como la violencia física contra sus seres queridos, hagan o no actividad política; comprende también una férrea censura a los medios de comunicación social y el hostigamiento permanente a los periodistas para que no se atrevan a hablar mal del régimen.

La represión de Maduro y sus cómplices se convierte de esta manera en una estrategia fundamental para prevenir cualquier amenaza al poder que ejerce desde hace 11 años, según la receta impuesta por sus asesores cubanos, rusos e iraníes.

Al infundir miedo en la población, buscan desincentivar la participación política y la movilización social.

Consideran que la creación de un ambiente de miedo y desconfianza no solo limitaría la capacidad de organización de la oposición, sino que también afectaría la psicología colectiva, creyendo que eso llevará a la resignación y al apoliticismo entre los ciudadanos.

Como se ve, Maduro y sus secuaces ignoran por completo el espíritu indomable que ha caracterizado al pueblo venezolano desde su independencia.

Maduro está convencido que el uso sistemático de la violencia y el control sobre la narrativa pública le permitirá mantenerse en el poder y justificar sus acciones para la “estabilidad” o la “seguridad nacional”.

De esta forma, la represión se presenta hoy en día como una respuesta a los desafíos liderizados por María Corina Machado que lo han puesto contra la pared dentro y fuera del país.

Maduro no comprende que la represión no garantiza en absoluto su estabilidad en el poder, sino todo lo contrario.

Maduro y sus asesores extranjeros hacen caso omiso al hecho que históricamente, el descontento acumulado puede culminar en explosiones de protesta y en movimientos sociales que arrasen por completo a un régimen que busque perpetuarse por esa vía.

La resistencia, aunque reprimida, demuestra que la voluntad popular se transforma en una fuerza poderosa que desafía incluso a los tiranos más autoritarios y sanguinarios como Maduro.

En conclusión, la represión es una herramienta de control político que, inexorablemente, siembra las semillas del descontento que termina por desestabilizar gravemente el mismo régimen que busca perpetuarse.

La historia ha demostrado que la búsqueda de un liderazgo basado en el miedo es, a la larga, insostenible.

Por eso es que en Venezuela y en todo el mundo existe la certeza que el régimen de Nicolás Maduro llegó a su fin.

Se sabe que es solo cuestión de tiempo para que se desplome estrepitosamente. Lo veremos dentro de poco.


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