Los orígenes empresariales de Jorge Roig y la propuesta de Fedecámaras para la creación de mini refinerías

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Jorge Roig fue presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras). Es ingeniero industrial egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) en 1978. Empresario del sector metalúrgico y construcción. Crítico al gobierno del presidente Nicolás Maduro, quien durante su mandato lo ha señalado de ser responsable del acaparamiento de alimentos y de la “guerra económica contra el país”. Ha asistido a los debates con el Gobierno, denunciando que el sistema económico aplicado ha sido “fracasado”.

El 6 de noviembre de 2013, Nicolás Maduro acusó a Jorge Roig de ser “quien dirige la guerra económica contra el país”. En cadena nacional transmitida desde el Palacio de Miraflores, lo culpó de “la especulación, desabastecimiento y acaparamiento de alimentos y otros rubros esenciales en la vida del venezolano”. E insistió: “Lo digo y lo ratifico. Tengo pruebas: la guerra económica la dirigen Jorge Roig, Consecomercio y un sector de Venamcham. Jorge, ¿un hombre de izquierda?, él está vinculado a la embajada gringa desde hace 25 años”.

Una semana después, el 13 de noviembre, mientras Maduro recorría la Expoferia Revolución Productiva 2013, en el Hotel Venetur Alba Caracas, volvió a arremeter contra el presidente de Fedecámaras: “Jorge Roig”, dijo, “por fin saliste de tu madriguera a declarar. Pero según Roig la causa de la inflación y de los precios desmesurados que vive el país es culpa del estatismo, es decir, del Estado”. Y volvió a señalarlo de estar en una conspiración cuyas reuniones se producen en la Embajada de Estados Unidos. Esta vez tampoco dio pruebas de esta afirmación.

El 29 de noviembre, Maduro rechazó el pronóstico de Jorge Roig en el sentido de que el 2014 sería “un año precario para el comercio en el país”, tachó el vaticinio de “declaración de guerra” y lo amenazó: “Aténgase a las consecuencias legales y constitucionales”.

El 4 de diciembre, Maduro aseguró que Jorge Roig buscaba impulsar un golpe de Estado contra el Gobierno “y ocupar el puesto del Presidente, sueña con el carmonazo II”. A pesar de la acusación, el 26 de febrero de 2014, Jorge Roig acudió al Palacio de Miraflores para participar en la Conferencia Nacional por la Paz y, como si nunca se le hubieran hecho graves imputaciones, le fueron concedidos cinco minutos para dirigirse a Maduro en cadena nacional. No los desaprovecharía. Después de encomiar la actitud cordial del anfitrión, le recordó que Venezuela “tiene indicadores económicos con la inflación de las más altas del planeta y tazas de desabastecimiento enorme. No se consiguen los productos de primera necesidad y conseguir trabajo es casi imposible. Nuestro país no está bien, nos estamos matando entre venezolanos”. Y le echó en cara: “ustedes tratan de imponer un modelo económico fracasado en el mundo entero”.

Un par de días más tarde, Roig declaró a la prensa que el diálogo entre Fedecámaras y el Gobierno Nacional, impensable hasta hace poco tiempo, era positivo, pero llegaba “más tarde de lo debido”, porque se había producido cuando ya “las condiciones del país son dramáticas: hay una crisis social, política y económica”.

La desenvoltura de Jorge Roig acaparó la atención, pero no causó sorpresa, ni al aceptar la invitación a un diálogo con quien lo había ofendido en muchas ocasiones, ni por la firmeza con que expresó el punto de vista de los empresarios venezolanos. Ya en su discurso de toma de posesión como presidente de la patronal, dejó claro su talante: “Fedecámaras no viene a sustituir ningún gobierno, pero ningún gobierno podrá sustituir a Fedecámaras“.

Jorge Roig Navarro asumió la presidencia de Fedecámaras en junio de 2013, para cumplir un periodo de dos años. Su candidatura había supuesto un hecho inédito en la historia del organismo, fundado en 1944, puesto que era el único competidor. O nadie más quiso estar en ese puesto entre 2013 y 2015 o todos los miembros pensaron que él era el único que podría sortear este tiempo con tino y algún éxito, dadas las circunstancias.

La historia de este ingeniero industrial egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) en 1978, empresario metalúrgico y deportista, es poco conocida y en algunos tramos, verdaderamente asombrosa, sobre todo la de su familia, revela Poderopedia, según un perfil de la revista Clímax publicado por la periodista Milagros Socorro.

Por el lado materno, Jorge Roig desciende de los célebres españoles llamados Leandro Navarro. El primero, Leandro Navarro Pérez, bisabuelo de Roig, provenía de una familia acomodada de la provincia de Zaragoza. Fue un notable agrónomo, que publicó muchos libros acerca de las enfermedades de los árboles y todavía se le cita por sus aportes contenidos en “La plaga de los olivares”. Cuando murió, en 1928, rodeado de honores y reconocimientos, su viuda María Bonet, se mudó al número 3 de la calle de la Libertad, cerca de la plaza de la Cibeles, zona muy exclusiva de Madrid. Allí nació Leandro Navarro Bonet, abuelo de Roig, autor de teatro de gran fama en las décadas 40 y 50, en las que estrenó decenas de piezas en los principales teatros de la capital española. Cuando falleció, el 11 de enero de 1974, el diario ABC dijo que: “A lo largo de su vida estrenó más de cien obras, entre ellas muchas comedias de gran éxito”.

Por la rama paterna, desciende de trabajadores que más de una vez tuvieron que emigrar en busca de mejores perspectivas. Su padre, Jorge Roig Erice, había nacido en Logroño, pero a los 7 años se fue con su familia a Filipinas, donde su padre, José María (abuelo del Jorge Roig venezolano) había sido contratado para trabajar en una central azucarera. El niño cursó sus estudios en escuelas filipinas donde se hablaba inglés. En 1942, cuando estalló la Campaña Japonesa de Filipinas, los Roig Erice regresan a España, pero cuando el buque parte, a José María le dio un infarto y murió frente a las costas de Filipinas. Al pisar España, Jorge, el hijo mayor, que tendría 19 años, ya era el cabeza de la familia. Alrededor de 1953, este muchacho conoció en Madrid a una beldad llamada Teresa Navarro Ungría, la hija del famoso dramaturgo. Era una señorita de alta sociedad, que se fijó en el español de clase trabajadora. Se casaron en febrero de 1955, con una boda de gran boato a la que asistió el señorío madrileño.

Nada más casarse, la pareja emigró a Venezuela, donde, según había escuchado el recién casado, “estaban pasando cosas maravillosas”. Efectivamente, al pisar Caracas abrió un periódico, vio un aviso de Aeropostal donde ponía que se necesitaba personal bilingüe, se presentó y obtuvo el empleo.

Jorge Roig Navarro nació el 2 de diciembre de 1955 en la clínica Luis Razetti de La Candelaria. “Nací con la cara hundida. Con el fórcep me abollaron el lado izquierdo de la cara. Y el músculo del párpado quedó atrofiado para siempre. De hecho, tengo muy disminuida la visión por el lado izquierdo. Como no parpadeo, me han preguntado si tengo un ojo de vidrio. No es así. Pero el caso es que la expresión de mi cara es un rasgo que me ha traído más satisfacciones que problemas. Es lo que, de entrada, me diferencia”.

Escarmentados por el incidente de la tenaza y el bebé con la cara machacada, los Roig Navarro decidieron tener sus siguientes dos hijos en Madrid. Mientras la familia crecía, el hombre de la casa trabajó dos años en Aeropostal, luego fundó su propia agencia de viajes que duró tres años. “Y desde entonces hasta su muerte, trabajó en Manpa”, dice el hijo. “Fue un empleado de 42 años. Todos los recursos de la familia vinieron de una sola empresa (mi madre no trabajó fuera de la casa), lo subrayo porque ese es un valor que me gustaría que pudiera persistir en Venezuela hoy: que alguien trabaje 42 años en una empresa y eso le permita sacar una familia adelante, darle educación y, sobre todo, sentir que ha encontrado su camino. Este país permitía eso cuando mis padres llegaron aquí”.

Roig Navarro hizo sus estudios de primaria entre los colegios Francia, en Caracas, y El Pilar, en Madrid, donde cursó un año. Un tío de Jorge Roig, el conocido galerista madrileño Leandro Navarro Ungría, contó en una entrevista que en su infancia había conocido a los grandes escritores, actores e intelectuales la época en España y que incluso había jugado al ajedrez con Jacinto Benavente (premio Nobel de Literatura 1922). Y se detuvo, por cierto, en una anécdota que ilustra cómo el rey Juan Carlos, al topárselo en Arco, la feria de arte, se dirigió a él por su nombre y le hizo chanzas. Ese era, pues, el ambiente en el discurrían las vacaciones escolares del presidente de Fedecámaras.

Inició la secundaria en el Colegio Los Arcos, del que fue fundador. Pero cuando el Opus Dei hizo demasiado evidentes sus intentos de reclutarlo, el padre decidió sacarlo e inscribirlo en el Colegio Champagnat (de la congregación de los Hermanos Maristas). A los 16 años se graduó de bachiller y entró a la Ucab, de donde egresó a los 21 años.

Al graduarse de bachiller era campeón nacional juvenil de tenis y esperaba una beca de una universidad en los Estados Unidos. Pero la vida le reservaba otro destino. Tuvo un accidente de carro que lo mantuvo ocho mese sin caminar. “Al ver que había perdido mi carrera de atleta, el entonces secretario de la Federación de Tenis me sugirió que me sumara a la organización. Esa sería mi primera experiencia gremial. Fui secretario durante 8 años y viajé por el mundo con el equipo juvenil, del que era capitán”.

“Yo hubiera sido un gran tenista, -admite- pero no el mejor, porque no tengo la consistencia adecuada para ser el mejor en nada. Cuando alcanzo un cierto nivel de éxito, paso a otra actividad que no domine. ¿Donjuanismo? Puede ser, cuando estoy muy próximo a la meta me deja de interesar. Ahora soy montañista y no me interesa alcanzar la cumbre sino el trayecto”.

Al terminar sus estudios se olvidó del tenis. Y se fue al campo laboral. “Estuve trabajando en una empresa. Solo dos años que marcaron mi vida. Mi jefe era un viejito húngaro que me enseñó el 90% de lo que sé hoy: principalmente, que yo lo que soy es un vendedor, de ideas, de productos, de ilusiones, de ideales, de soluciones”.

“Esos dos años y una relación muy íntima que todavía mantengo con la Gran Sabana me hicieron cambiar de trabajo, de ciudad, de vida. Me casé (mi único matrimonio) y me fui a Puerto Ordaz. Allí construí mi vida empresarial y gremial, que crecieron simultáneamente. Desde el 79 hasta la fecha. He persistido porque es un reto diferente cada día. Siempre estoy muy lejos de alcanzar las metas. En las empresas nunca se alcanzan las metas…”.

Como consecuencia de su dirigencia gremial, tuvo mucha relación con Andrés Velásquez, quien era líder del sindicato Sutiss, que tenía dos empresas: Sidor y la de Jorge Roig. “Me las vi con los tipos más avezados del planeta en materia de discusión de contratos colectivos, formados en los portones de Sidor. Andrés Velásquez cambió mi vida. Es el ejemplo de lo que cabe esperarse de un líder laboral honesto y consecuente. Me devolvió la credibilidad en el mundo laboral, hasta la fecha”.

En 1994, La Causa R le propuso incluirlo en su lista de aspirantes a diputados por el municipio Caroní. “Era un intento del partido de cambiar su imagen de organización fundamentalmente obrerista”. De hecho, en ese momento Roig era miembro de Fedecámaras, en su condición de presidente de la Cámara de Industriales de Guayana. Fue muy fácil aceptar porque La Causa R no le exigió militancia, allí se relacionó con Andrés Velásquez, Américo de Gracia, Alí Rodríguez Araque, Bernardo Álvarez, Aristóbulo Isturiz, Carlos Melo y Alfredo Ramos.

También se vinculó e hizo amistad con Ramón Guillermo Aveledo, Gustavo Tarre, Ramón José Medina, Henri Ramos Allup, Liliana Hernández “y mantuve especial amistad con el difunto Carmelo Lauria”, refiere.

Fue diputado al Congreso de la República entre 1994 y 1999. “Me mudé a Caracas. Vendí acciones de mis empresas. Me dediqué a la política. Me separé de mi esposa, con quien había tenido mis dos hijos. Pensé que la política ocuparía el resto de mi vida. En 5 años fui jefe de la fracción parlamentaria de La Causa R, que tenía 25 diputados y 9 senadores, presidí la Comisión de Cultura del Congreso, actividad que marcó mi vida. Y fui candidato a la alcaldía de Baruta y a la Gobernación de Bolívar”.

“Cuando perdí esa Gobernación, -evoca- reconsideré mi actividad política. Fui a un proceso de introspección. Evalué mis errores y aciertos, mis victorias y derrotas. Concluí que esa etapa había concluido. Regresé a la empresa. Yo no tengo bienes de fortuna, de manera que necesitaba volver a producir: me jacto de no haber tenido un contrato jamás en mi vida, de ningún gobierno, ni de mis amigos de causa R ni de mis adversarios”.

La siguiente década, la primera del siglo, Roig estuvo dedicado a su empresa y a los deportes. Incursionó en el montañismo y en el motociclismo, que le calma el afán de velocidad.

Todos esos viajes los hace en compañía de sus hijos y de un grupo de amigos fraternales, que según él constituye más bien una cofradía. “Soy cultor de la amistad”, confiesa, en términos muy parecidos a los usados por el ABC para describir a su abuelo el comediógrafo.

En esas andaba cuando Jorge Botti, entonces presidente de la patronal, le propuso la candidatura. Roig era, a la sazón, presidente de la Asociación Industriales Metalúrgicos y de la Minería; y, como tal, afiliado al directorio de Fedecámaras. “Era un director más”,dice. “Venía una vez al mes. Escuchaba los planteamientos de la junta directiva”. Tres semanas antes de las elecciones, el primer vicepresidente de la organización declina la aspiración y el candidato resultó ser el hijo del inmigrante.

Aceptó, entre otras cosas, porque estaba persuadido de que las relaciones con el Gobierno serían más fáciles para él que para cualquier otro empresario, porque buena parte de los miembros del Gobierno habían sido sus compañeros en La Causa R. “Los conozco y me conocen. Saben quién soy, cuál es mi origen y cuáles son mi conducta y valores. Pensé que eso sería beneficioso para el necesario acercamiento. Lamentablemente, no fue así. Ocurrió al revés. Fui objeto de ataques dirigidos a la institución (blanco fácil por errores de la Fedecámaras en el pasado, que he reconocido: no estuve de acuerdo con Carmona ni antes ni durante ni después), pero también blanco de ataques personales. Sí, claro que recibí llamadas de esos viejos amigos. Muchas. Trataron de quitarle importancia al asunto, cosa que les agradezco”.

Nadie evitó, sin embargo, las descalificaciones de Maduro y de Diosdado Cabello, quien se jactó de tener grabaciones de las comunicaciones telefónicas entre Jorge Roig y su hija. Ni tampoco la distribución masiva de afiches con su cara y un letrero que dice: ‘Reconócelo, pueblo, este es el traidor’. Los posters pueden verse todavía en muchas oficinas públicas.

Y así llegó el día del diálogo. “Estoy convencido”, dice, “de que el dialogo surge por estricta necesidad del Ejecutivo, pero no por convicción. De nuestra parte hay la certeza de que los empresarios de un país deben dialogar con su gobierno. No había razones para no ir. Además, es el reclamo de la sociedad: 82% de los sondeos que encargamos, con las encuestadoras más reconocidas del país, cree que es fundamental que Fedecámaras se siente con el Gobierno para resolver la grave crisis económica del país”.

“Estoy muy orgulloso de lo que estoy haciendo, la vida me ha dado una oportunidad extraordinaria para hacer los cambios que necesita nuestra institución y para contribuir a los cambios que necesita nuestro país. Estoy orgulloso de haber sido un buen padre y un esposo leal. Estoy orgulloso de haber sido un empresario con inclinación social (mi éxito se mide en la forma en que viven mis trabajadores, con quienes jamás he tenido un conflicto laboral”.

“Al final de mi gestión, quiero estar orgulloso de haber estado a la altura de las circunstancias para las cuales fui electo en forma unánime por el empresariado venezolano”.

Desde el 11 de abril de 2002, las relaciones gobierno-Fedecámaras se han vuelto ásperas. Los presidentes de la federación fueron críticos con la gestión del ex presidente Hugo Chávez y lo siguen siendo con la de Maduro, quien en varias ocasiones a acusado a Roig y a Fedecámaras de estar detrás de la “desestabilización económica”.

Frente al anuncio hecho por Maduro sobre la aplicación de un nuevo sistema biométrico en los establecimientos de venta de alimentos, Roig señaló en una entrevista al portal Unión Radio, que tal mecanismo es aplicado para “administrar la escasez” puesto que, según el empresario, si esta insuficiencia no existiera no se estaría implementando este tipo de estrategias.

Roig apuntó que el sistema biométrico no era más que “una tarjeta de racionamiento” que limita la compra del consumidor. Al igual que otros voceros del sector empresarial, Fedecámaras apuesta por el incentivo de las empresas privadas para aumentar la producción de alimentos y no por el control de las compras de los venezolanos.

El 24 de febrero de este año Jorge Roig Navarro escribió un artículo en La Gran Aldea titulado “El accidentado caminar de las sanciones”, en donde manifestó no estar completamente de acuerdo con las sanciones a Venezuela.

El accidentado caminar de las sanciones

El gran objetivo de las sanciones debiera ser fracturar a la clase gobernante para obligarla a negociar, el atacar a las fuerzas periféricas que no son partidarias del régimen, aunque a veces lo parezcan, no es inteligente ni oportuno. El camino que nos queda, casi por reducción al absurdo tras haber fracasado todas las anteriores iniciativas, es retomar la vía electoral y el próximo compromiso son las regionales que están a la vuelta de la esquina. Es una ruta larga, llena de obstáculos y dificultades pero que nos permitiría acumular fuerzas para un eventual cambio de régimen en un mediano plazo. Tarea difícil, pero necesaria.

Mucho se ha debatido en Venezuela sobre el tema de las sanciones que países soberanos han impuesto a nuestro país, por considerar que han habido violaciones a normas o reglas internacionales. Los fervientes defensores de las mismas argumentan que este mecanismo de presión internacional serviría para romper la unidad de las Fuerzas Armadas, sostén casi único del régimen que gobierna a Venezuela para lograr una transición hacia la democracia. Otros más tímidos, y con más razón, argumentan que el único propósito de las sanciones es obligar al régimen de Nicolás Maduro a negociar. Y por último, hay un creciente grupo de analistas que, como hasta ahora las sanciones no han cumplido con ninguno de los supuestos anteriores, se declaran contrarios a las sanciones con la sobrada razón que las mismas solo han producido más pobreza y trabas para el sector privado por culpa fundamentalmente del nunca traducido “overcompliance”.

Probablemente encontremos razones de peso en los tres grupos para defender las respectivas justificaciones, en lo personal, no satanizo y menos bendigo a las sanciones. A mi juicio sin pretender ser nada original, las sanciones no son ni buenas ni malas, solo depende del uso que se les de… Por ejemplo, un asunto poco mencionado en cuando a las cosas positivas de las sanciones es que las mismas -qué duda cabe- han servido para desmontar un Petroestado ineficiente y terminar con un capitalismo de Estado todopoderoso para darle paso a una mayor incidencia del capital privado en la vida económica del país. Un hecho positivo sobre el cual apenas se empiezan a ver sus favorables efectos.

En cuanto a la clasificación de sanciones generales y sanciones personales, yo prefiero calificarlas como sanciones inteligentes y sanciones torpes. Las primeras ayudan al objetivo cualquiera que fuese, las segundas lo obstaculizan.

La anterior introducción me da paso para el objetivo real de este articulo, que no es precisamente dar una cátedra sobre las sanciones, repito, que hay mucha gente calificada opinando al respecto, sino para remitir mi opinión a las recientes sanciones de la Unión Europea contra “funcionarios” venezolanos: José Brito; Bernabé Gutiérrez; Indira Alfonzo; Leonardo Morales; Tania D’Amelio; Remigio Ceballos; Omar Prieto; siete Magistrados del TSJ; José Miguel Domínguez (Faes); dos directores de la Dgcim; un fiscal militar; un viceministro, y Douglas Rico.

Difícil defender a cualquiera de los miembros de esta lista, lejos estoy de hacerlo, pero lo primero que mueve a la reflexión es la oportunidad de las sanciones de la Unión Europea, que no ha sido precisamente muy ágil ni efectiva en cuanto a su política contra el régimen de Maduro, pareciera ser que ahora existe una mayor empatía con los Estados Unidos de Joe Biden para coordinar acciones, ojalá que sea así.

De las anteriores sanciones llama especialmente la atención las aplicadas a Leonardo Morales, un desconocido personaje que ocupó un puesto en el Consejo Nacional Electoral (CNE) tras la renuncia de Rafael Simón Jiménez, y cuya actuación en el proceso electoral del 6D ha sido nula, por no decir inexistente. Su nombramiento es atribuible al cupo de la mal llamada “mesita”.

La otra sanción que sorprende es la de Bernabé Gutiérrez, quien no es precisamente un modelo de político a quien yo admire. La sanción a Gutiérrez es por secuestrar un partido político como lo es Acción Democrática que tiene más de 20 años sin elecciones valiéndose de un apoyo preferencial, que no legal, del Tribunal Supremo de Justicia.

Bernabé, más mal que bien tiene ahora un Partido que es probablemente la mayor fuerza política para enfrentar -a su estilo- al régimen, allí hay diputados valiosos y gobernadores en ejercicio. ¿Era necesario sancionarlo?, ¿es lo mismo Bernabé Gutiérrez que Ceballos?

En la misma tónica, ¿sancionar a un miembro nombrado para el CNE por carambola y de actuación nula no aleja las posibilidades de gente honorable a postularse para el próximo CNE?

El atacar y sancionar a personajes que no son explícitamente funcionarios, es aumentar los costos de salida del régimen al agruparlos a todos en un mismo saco.

Considero entonces que el juego se volvió a trancar, el madurismo se encerrará de nuevo y avanzará para las regionales como meta próxima. Será difícil obtener un CNE confiable y si bien es cierto estas sanciones de la Unión Europea le dan la victoria a quienes más bien sueñan con una negociación integral que incluya elecciones presidenciales; en lo personal pienso que esto no ocurrirá y que lo poco que se había avanzado para preparar a la oposición para una batalla parcial en elecciones regionales que permita acumular fuerzas, se detiene como consecuencia de nuevas expectativas creadas por estas sanciones.

La gran pregunta sería: ¿Estas sanciones presionan para lograr una negociación real? No, yo creo que no han sido unas sanciones inteligentes, a pesar de ser individuales. Me parece que el ritmo de sanciones de cuando en cuando sigue creando unas expectativas de cambio de régimen que no ha ocurrido, y pienso que no ocurra por esta vía.

No pretendo que todos nos pongamos de acuerdo sobre la idoneidad de este tipo de sanciones, pero creo vale la pena levantar una voz de advertencia del peligroso camino de seguir apostando únicamente a las sanciones como presión internacional para salir de la crisis.

El gran objetivo de las sanciones debiera ser fracturar a la clase gobernante para obligarla a negociar, el atacar a las fuerzas periféricas que no son partidarias del régimen, aunque a veces lo parezcan, no es inteligente ni oportuno.

El camino que nos queda, casi por reducción al absurdo tras haber fracasado todas las anteriores iniciativas, es retomar la vía electoral y el próximo compromiso son las regionales que están a la vuelta de la esquina. Para ello es imprescindible comenzar desde ya a crear la plataforma adecuada que permita convencer a la población cansada, desesperanzada y desmotivada, que al menos existe una ruta, larga, llena de obstáculos y dificultades pero que nos permitiría acumular fuerzas para un eventual cambio de régimen en un mediano plazo.

Tarea difícil, pero necesaria.

La posición del expresidente de Fedecámaras sobre el tema de las sanciones ha ocasionado las críticas de algunos opositores, quienes ven en el empresario una intención de diálogo con el Gobierno, particularmente ahora que la gremial patronal está impulsado la creación de pequeñas refinerías en Venezuela controladas por capital privado.

Hace más de un año la Cámara Petrolera de Venezuela, y en particular el capítulo del estado Zulia y su presidente César David Parra, presentó a consideración de la administración de Nicolás Maduro la propuesta de instalar micro refinerías operadas por particulares sin que hasta la fecha haya recibido respuesta. Ahora ese proyecto fue acogido por la directiva de Fedecámaras para incorporarlo al documento Propuestas para la Comisión Especial para el Diálogo, la Paz y la Reconciliación Nacional y enviado al presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez., revela Petroguía

En el capítulo de medidas urgentes que se le solicitan al poder Ejecutivo, Fedecámaras plantea un plan de abastecimiento de combustible que sea ordenado y esté dirigido principalmente a resolver los problemas de producción y refinación de gasolina y diesel que requieren empresas y particulares debido a las fallas en los complejos industriales operados bajo el monopolio de Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Al respecto, la propuesta se centra en la creación de nuevos modelos de negocio que promuevan la participación privada y en específico se pide la autorización para instalar mini refinerías en áreas con disponibilidad de condiciones propicias con centros de suministro de crudo, almacenamiento y llenaderos.


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