Shien llega al mercado negro de vestir cubano

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«Lo que tú quieras comprar: ropa, zapatos, accesorios, maquillaje, disfraces, adornos, solo hay que encargarlo, y en aproximadamente 25 días días lo recibes en tus manos», escribe Idania por WhatsApp, haciendo énfasis en la variedad de ofertas disponibles. Y efectivamente, a ella le puedes encargar desde un vestido de novia, hasta un juego de cubiertos.

Idania ha montado una especie de tienda online con una amiga que vive en Miami. Ella, desde Pinar del Río, trata con los clientes, anota los pedidos y entrega la mercancía. A su amiga le toca comprar los encargos, pagar después con su tarjeta y luego enviar a Cuba mediante las mulas. ¿Cómo y a quién abonan los interesados? Hay dos opciones: puedes pagar en efectivo a Idania (ya sea en USD o el equivalente en pesos cubanos del mercado informal) o con la ayuda de algún amigo o familiar envías directamente el dinero a su colega en el exterior, reveló reveló Claudia Padrón Cueto en Cubanet.

“Hasta ahora mis clientes están contentos porque hay muchas cosas bonitas. Al que no sabe le explico cómo descargar la aplicación o revisar la página web de donde compramos. También yo misma le mando fotos de los productos. Cada precio que tiene el producto originalmente, lo duplicamos para cobrar el envío y nuestra comisión. Por ejemplo, si eliges un vestido que en la tienda cuesta 20 USD, tienes que pagarme 40 USD para que te lo entregue en tus manos”.

Bajo estas reglas de pago, le comparten el código de registro (cada producto tiene uno) o el link. Luego esperan máximo cuatro semanas y llega a ellos su pedido, envuelto en unas bolsas transparentes donde está escrito en letras negras SHEIN.

Shein es una empresa privada china que inició vendiendo vestidos de novia baratos en 2008 y luego, en 2014, comenzó a expandirse geográficamente y en cuanto a ofertas (aunque la ropa es la mercancía estrella).

Actualmente es un fenómeno de ventas global, que ha superado en el mercado a marcas consolidadas como la española Inditex (propietaria de Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho y Zara Home) o la sueca H&M.

Su secreto para llegar a tantos clientes es que vende diseños similares a los de otras líneas famosas por la mitad (o menos) del precio de sus competidoras. Incluso, algunos diseños son tan similares que han sido acusados de copiar a otras marcas. Otro punto a su favor es que tienen tallas grandes, hasta la 3XL. Las mismas mujeres y hombres que no encuentran espacio en otras líneas de ropa, pueden comprar a la tienda china variedad de estilos a precios accesibles.

¿Cómo puede ser rentable vender tan barato? La clave ha sido producir a gran escala pues a la larga disminuye gastos, lo otro es no apostar por la calidad del producto. Shein necesariamente no te vende una prenda con la promesa de que podrás usarla por años. En cambio, apuesta al consumismo, la abundancia de piezas desechables. Es decir, te invita a comprar más ropa, aunque sea de peor calidad, pero por menos dinero. Un ciclo que te envuelve y repites una y otra vez, como una adición. Te convierte en consumidor sin responsabilidad. En Shein no faltan las ofertas y las promociones que te prometan comprar más con menos todo el tiempo. Así estarás siempre estrenado outfits en la época de las redes sociales. Hay que notar que Shein está pensada sobre todo para las personas más jóvenes. Por eso la marca usa a influencers y youtubers que promocionan sus productos, además de gastar mucho en publicidad para redes.

Pero al final, estos conflictos éticos no parecen pesar lo suficiente para que sus clientes dejen de consumir las ofertas. Y es que con lo que compras una pieza en otra tienda con políticas más transparentes y prendas más duraderas, en Shein compras tres.

Actualmente el gigante de la moda tiene almacenes en decenas de países y distribuye en casi todo el mundo, pero Cuba no es parte de ese mundo. Entonces, si la marca no distribuye oficialmente en la isla, ¿cómo ha llegado?

Contra todo pronóstico, Shein en Cuba
Diani, de 18 años, cursa su último semestre del preuniversitario Carlos Marx en Pinar del Río, a la par que trabaja en su emprendimiento como vendedora. Promociona las piezas en su estado de WhatsApp y comparte en algunos grupos locales. Así le llegan nuevos interesados, aunque realmente su familia ha vendido ropa por años y tienen una clientela leal.

Desde antes de la COVID-19, familiares en Estados Unidos enviaban a Cuba paquetes de Shein para que comercializaran y se ganaran un extra. El negocio iba prosperando y los clientes crecían, pero llegó el virus y cerraron fronteras, entonces paró el suministro. Hace poco más de un año arrancaron de nuevo, pero con la inflación del país tuvieron que subir los precios, porque de otro modo no da negocio. Y claro, es ropa de Shein, y eso en Cuba no es cualquier cosa.

El acceso a vestuarios “a la moda” ha sido, por siempre, un problema en la isla. Con el estado como único suministrador oficial, los cubanos no hemos tenido mucha más opción que usar la ropa que vendían en las tiendas o la que se lograba rescatar de las recicladas. Para los que tenían familiares en el extranjero había una tercera opción. Con “olor a yuma”, ya fuera de uso o nueva , llegaba con las visitas de los emigrados. Después de 2012, cuando quitaron el permiso de salida conocido como carta blanca, se abrió otra vía.

Maletines cargados de ropa aterrizaban en Cuba desde Ecuador, Panamá, México, Guyana. Incluso algunos aprovecharon la apertura del trabajo por cuenta propia y montaron improvisadas tiendas en portales que llenaban con perchas. Aunque la patente decía que las prendas debían ser confeccionadas de modo artesanal y no industriales, las mulas burlaron esto (soborno a los inspectores mediante) y vendieron por algún tiempo sus brillosos y falsos pulovers, que combinaban con despintados jeans. Era en ese entonces un estilo más llamativo, de más calor el que denotaba estatus para una parte de la población. Pero la moda fue cambiando en una isla que gracias a Internet se conectó al mundo y comenzó a tener otros referentes.

“La gente en Cuba quiere vestirse mejor, sobre todo los jóvenes y el modelo es la moda más europea, que es la que usan las artistas. Lo otro que se usaba antes es considerado cheo, de mal gusto. Shein tiene esos estilos más modernos, por eso mucha gente joven enloquece con la marca”, explica Diani.

Es tanto el furor en la isla que si solo escribes el nombre de la línea en el buscador de Facebook te arrojará decenas de resultados: perfiles y páginas que comercializan sus productos. Un forro para celular (mil pesos), un juego de ropa interior femenina (mil pesos), un conjunto de falda y top (mil 800 pesos) son algunas de las opciones que encuentras.

Por supuesto, esto no ha quedado solo en la red Zuckerberg. Hay grupos de WhatsApp y canales de Telegram creados únicamente con este fin. En la mayoría de los casos venden la mercancía que otros le pagan y recepcionan en el exterior, dado que los bancos cubanos no emiten tarjetas válidas para comprar online, ni Shein distribuye en Cuba.

Sin embargo, para quien no tenga un familiar o conocido que reciba el pedido y luego lo mande a la isla, hay otras maneras. ElectroCuba, una empresa con sede en Miami, tiene un casillero al que puedes dirigir tus compras y luego ellos te las entregan en La Habana. Pagarás extra por el peso de la mercancía, además del valor de cada prenda ya facturado a Shein. Otra modalidad que anuncian es que ellos hacen la compra por ti si no tienes tarjeta, y solo debes pagar en la capital a uno de sus ejecutivos en efectivo (USD) o por transferencia en MLC.

Eloctrocuba ha creado un grupo de WhatsApp donde actualmente reúnen más de 200 miembros. Allí los administradores responden las inquietudes de los posibles clientes, aunque en su web tienen una sección bastante amplia de preguntas y respuestas frecuentes. Cada día entran nuevos interesados en consumir la marca.

Pero no todo ha sido éxito para Shein en Cuba. La calidad del producto y los precios rascacielos anteceden la reputación de la marca en la isla. Para este artículo, CubaNet indagó sobre las experiencias de consumo de cubanos en cinco provincias. De 23 personas consultadas, más de la mitad cuestionaron la calidad de los tejidos, y todos calificaron como “caros” los precios. Ciertamente Shein en su interior tiene una gama de niveles donde varía la calidad según el precio. Hay prendas nada recomendables si buscas algo duradero, pero otras sí tienen mejor terminación. Solo que aumenta la cantidad a pagar en el segundo caso. Aparentemente, parte de la mercancía que llevan a Cuba es de la gama más baja. Así es como sus vendedores aseguran su rentabilidad, pero el comprador de la isla no puede desechar y remplazar la ropa con la misma facilidad que otros clientes de Shein en el mundo.

“La ropa que he comprado ha desprendido bastante tinte”. “Solo compré una vez un vestidito fresco 2XL, porque además mi talla es muy difícil de encontrar en Cuba. En fotos se veía muy chulo, cuando me lo trae la muchacha era súper sencilla la hechura y una telita que parecía cebolla”. “Hay que fijarse bien en el tejido, hay cosas mejores que otras. Mi experiencia ha sido variada. Tengo prendas que me gustaron y otras que fue tirar el dinero. Es como una lotería”. Respondieron tres cubanos al preguntarles si recomendarían la línea.

Ania, que vende en La Habana la ropa de Shein que trae su pareja de España, dice que la clave para el éxito es poner precios razonables para atraer más clientes y vender más. Ella, quizá sin notarlo, ha replicado la misma fórmula de la empresa china. “Es que la gente abusa con los precios como si fueran a comprarse una casa con las ganancias”, concluye. Y sí, algunos vendedores exageran los precios. Imagina que te pretendan vender en Cuba un traje de baño de mujer por el que no pagaron más de 15 USD en 120. Imagina que cuando le digas exaltada que ese precio es una locura la comerciante te responda: “Es que es de Shein”, como si hablaran de Versace.


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