La historia del investigador científico que se niega a trabajar gratis como revisor de artículos para revistas académicas

La historia del investigador científico que se niega a trabajar gratis como revisor de artículos para revistas académicas

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“Querido editor,

Gracias por su amable carta invitándome a revisar el manuscrito referido. El tema del estudio encaja con mi campo de especialización, así que estaría dispuesto a revisarlo si se satisface un cargo de revisión del artículo (CRA) para cubrir los costes.

El CRA depende del tipo de artículo:

-Artículo por suscripción: 100 euros por artículo

-Revista híbrida: 150 euros por artículo

-Revista open access (vía oro): 300 euros por artículo revisado

-Revista open access (vía verde): 50 euros por artículo revisado

-El CRA para artículos de revisión aumenta un 50% dependiendo del tipo de artículo

Las revisiones se remiten después de recibir el pago.

Si acepta el CRA, hágamelo saber respondiendo a este correo electrónico y proporcionaré más información sobre cómo hacer efectivo el pago.

Sinceramente,

Javier S. Perona”.

¿Cuántas respuestas afirmativas ha recibido Perona, investigador y profesor de Nutrición y Comunicación Científica en el CSIC y la Universidad Pablo Olavide, así como autor del ensayo Los alimentos ultraprocesados (Los Libros de la Catarata) desde que hace tres años comenzase a enviar este correo electrónico a las revistas académicas que le piden que revise investigaciones por amor al arte? Ninguna. Obviamente, revela Héctor García Barnés en El Confidencial.

Su objetivo no es tanto ganar dinero como exponer un sistema injusto que se aprovecha del esfuerzo (voluntario) de los investigadores a cambio de nada. Cuando publicó en Twitter el mensaje, algunos colegas se sumaron a él y anunciaron que iban a enviar el mismo mensaje. “La mayoría de investigadores estamos hartos de trabajar gratis para grandes editoriales que tienen beneficios multimillonarios”, explica a El Confidencial. Grandes grupos como Elsevier llegan a facturar más de 2.600 millones al año. Beneficios que, en opinión del profesor, se deben en gran parte a sus bajos costes al tener miles de investigadores trabajando gratis para ellos.

“No he recibido ninguna respuesta positiva ni la espero”, añade. Cuando consigue que un ser humano le responda, el mensaje suele ser que pagar a los revisores “no es la política de la revista”. Sin embargo, lo más habitual es que directamente no haya nadie al otro lado. Las revistas académicas envían sus peticiones de revisión a través de correos automatizados que simplemente dan dos opciones de respuesta: un enlace para aceptar o un enlace para rechazar.

“Cuando alguien responde, como mucho te ofrecen un descuento si la revista tiene tasas de publicación o el acceso gratuito a alguno de los ejemplares”, añade. Sí, los investigadores pagan por publicar.

El trabajo de revisión de un artículo académico lleva su tiempo. Dependiendo del campo y del trabajo del que se trate, el investigador puede tardar más o menos en realizar ese trabajo, pero, desde luego, como explica Perona, no es un simple vistazo. “Consiste en revisar todo el artículo desde el título hasta la última cita de la bibliografía, incluidas las tablas y las figuras”, explica. “Se espera que uno se fije en la metodología, que los resultados sean acordes con lo presentado, que haya suficiente diversidad de métodos o incluso que las tablas tengan un número adecuado de decimales, hasta ese punto tenemos que llegar. Es un trabajo arduo que requiere muchos conocimientos, tiempo y experiencia”.

“Para colmo, en muchas de esas revistas donde nos piden que hagamos revisiones gratuitas nos cobran cuando queremos publicar nosotros”, recuerda el nutricionista. Una revista “normalita” puede tener unas tarifas de entre 2.000 y 3.000 euros. Las revistas de alto impacto pueden salir mucho más caras. Aunque hay algunas publicaciones sin costo, su impacto es mucho menor.

Como en tantas cosas, lo que importa es la visibilidad. Para un investigador es imposible salir del círculo: “Si no revisamos los artículos, no se publican. Si no se publican, no tenemos manera de demostrar a la sociedad el producto de nuestras investigaciones. Si perdemos la difusión, perdemos la evaluación, que se hace con base en esos artículos”. Explícale entonces a ANECA todo lo que he hecho durante los últimos 20 años.

La revisión por pares es condición indispensable para que las revistas académicas alcancen el mínimo de credibilidad necesario. Tradicionalmente, el trabajo de revisión nunca había sido remunerado, ya que se entendía que era parte del proceso científico. “La ciencia es una disciplina colaborativa que parte de la colaboración, por lo que la mejor manera es ayudar a los compañeros a mejorar sus artículos”, recuerda Perona.

Ese punto de partida se ha ido matizando a lo largo de las últimas décadas. Hace 20 años, cuando comenzó su carrera investigadora, el nutricionista recibía alrededor de un artículo al mes para revisar. Hoy ha llegado a recibir cuatro al día, ninguno de ellos con alguna clase de remuneración. La lógica que se ha impuesto es la del “publica o muere” que provoca que se editen al año alrededor de tres millones de investigaciones. “Cuando la ciencia se convierte en un negocio, cada cual quiere su parte”, añade.

La competencia es tan dura que los investigadores están obligados a publicar sin parar para no quedarse atrás, a costa de la calidad de su trabajo. Una reciente revisión bibliográfica publicada en Nature mostraba, tras analizar 45 millones de investigaciones y 3,9 millones de patentes, que cada vez se publica más, pero esto produce menos innovación, dadas las perversiones de un sistema donde importa más la cantidad que la calidad. “Estamos sobrepasados, ya tenemos suficiente trabajo con nuestros experimentos como para revisar artículos gratis para editoriales que tienen beneficios millonarios”, añade el autor.

“Hay un problema de hipercompetitividad, porque se nos presiona para que publiquemos cuanto más, mejor”, recuerda. “Como somos nosotros los que hacemos las evaluaciones, recibimos una cantidad ingente de artículos para revisar. Es raro el científico sénior que no recibe al menos un artículo a la semana para revisar, a veces varios al día”. Perona no tiene constancia de ninguna revista que remunere a sus correctores.

Una de las consecuencias de esta situación es que, a medida que pasa el tiempo, es más difícil encontrar revisores: las cuentas no salen y cada vez hay más artículos científicos dispuestos a ser revisados y menos investigadores dispuestos a revisar. El propio investigador es editor asistente de la revista Grasas y aceites, del Instituto de la Grasa del CSIC, donde les cuesta encontrar a los tres revisores a la primera. A veces, tienen que enviar hasta 14 correos para encontrar respuesta. ¿Les pagan? “No”, responde tras una pausa. “Habría que hacerlo, pero es que no conozco ninguna revista que lo haga. Habría que hablarlo con el CSIC porque depende de ellos”. / Más en El Confidencial


 

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