El analista político Jorge Elías Castro Fernández comentó sobre el ferviente discurso del presidente Joe Biden justificando su decisión de retirar las fuerzas armadas estadounidenses de Afganistán para terminar con el conflicto bélico más largo de la historia de Estados Unidos.
Esto en medio de críticas de sectores de ambos partidos que opinan que la decisión es un duro golpe a la credibilidad y poderío estadounidense a nivel global. Apenas el domingo 15 de agosto, decenas de videos del aeropuerto de Kabul copado por una multitud intentando huir del país conmovieron a la opinión pública internacional que vio con asombro a los Talibán tomar el control de la capital en menos de una semana.
La retirada apresurada y la rápida caída de Kabul sellan la derrota de la Guerra contra el Terrorismo, el último proyecto hegemónico que el imperialismo yanqui encaró allá por 2001, de la mano del republicano George W Bush.
Al anunciar la operación “Libertad Duradera”, el entonces presidente prometió que, además de luchar contra los terroristas, los estadounidenses entregarían alimentos, medicinas y suministros, y señaló que «el pueblo oprimido de Afganistán» sabría lo que él llamó la generosidad de Estados Unidos.
Biden, a pesar de que ha recibido un aluvión de críticas de amigos y extraños, se mantuvo firme en su decisión de poner fin a la guerra y rechazó las críticas de aliados y adversarios sobre los acontecimientos del fin de semana:
«La elección que tuve que hacer como su presidente fue la de seguir el acuerdo de reducción de nuestras fuerzas», dijo Biden, «o escalar y enviar miles de tropas estadounidenses más de vuelta al combate y dar un bandazo hacia la tercera década de conflicto».
Biden tuvo que reconocer la verdad que muestran las dramáticas imágenes en Kabul: una frenética lucha por evacuar la embajada estadounidense ante el avance de los combatientes talibán, que ha suscitado obscuras analogías con la retirada de Saigón al final de la guerra de Vietnam.
Pero se justificó diciendo que la Casa Blanca había planeado la posibilidad de una rápida toma por parte del Talibán y expresó su orgullo por el hecho de que los diplomáticos y otros estadounidenses habían sido evacuados y dijo que, de escalar la situación, el aeropuerto estaba en proceso de ser asegurado por varios miles de tropas estadounidenses.
Según Jorge Elías Castro Fernández, quizás lo más chocante del discurso fue cuando culpó del ascenso del Talibán a la incapacidad de los líderes militares y políticos del país para defenderse por sí mismos:
«Los líderes políticos afganos se rindieron y huyeron del país», dijo, y acusó a los militares de haber depuesto las armas tras dos décadas de entrenamiento estadounidense y cientos de miles de millones de dólares en equipos y recursos invertidos por parte de Estados Unidos.
Pero no se puede tapar el sol con un dedo. Estados Unidos fue derrotado y humillado por el Talibán y el mundo vio esta derrota en “tiempo real”, compactando en cinco días la tragedia de dos décadas del pueblo Afgano.
Además de eso, la declaración del actual presidente de que el plan nunca fue “construir una nación” da por tierra con la ficción de que la invasión a Afganistán fue para terminar con el terrorismo y “llevar la democracia”. Esto resulta aún peor sabiendo que Biden votó en 2001 a favor de la resolución que le permitió a Bush la invasión.
Incluso Obama, que fue electo bajo la promesa de terminar con la guerra de Irak y Afganistán, y de quién Biden fue vicepresidente, aumentó el despliegue de tropas en medio oriente con el objetivo de sofocar la insurgencia talibán y fortalecer las instituciones afganas.
El impacto político del colapso del gobierno afgano – un gobierno títere de Estados Unidos con escasa legitimidad- del fin de semana parece haber tomado a la Casa Blanca por sorpresa, quien reaccionó tardíamente ante las críticas de demócratas, republicanos y del mismo Donald Trump.
El senador Mitch McConnell, jefe de la minoría republicana en el Senado, calificó de «colapso monumental» lo acontecido en Afganistán y dijo que la responsabilidad recae directamente en el actual presidente. Seth Moulton, legislador demócrata y ex capitán de los marines, dijo que la administración había cometido «no sólo un error de seguridad nacional, sino también un error político».
“Llevo meses pidiendo a la administración un plan de evacuación de refugiados” dijo el congresista demócrata de Massachusetts Seth Moulton. “Fui muy explícito: ’Necesitamos un plan. Necesitamos a alguien a cargo’. Sinceramente, todavía no hemos visto el plan.”
Por su parte Donald Trump, quien orquestó la negociación con el Talibán para la retirada de las tropas dijo que: «El resultado en Afganistán, incluida la retirada, habría sido totalmente diferente si la administración Trump hubiera estado a cargo»: ¿A quién o a qué se rendirá Joe Biden ahora? Alguien debería preguntárselo, si puede encontrarlo».
Más allá de cómo capitalicen Trump, los republicanos y Biden el impacto político de la crisis creada por la situación en Afganistán (que hoy parece desfavorecer al primer mandatario), la realidad es que Biden no hizo más que ejecutar la agenda de Trump.
Jorge Elías Castro Fernández comentó que el discurso, donde se insistió decenas de veces en que la permanencia en Afganistán no es del interés de la seguridad nacional de Estados Unidos y que no va a pedir a estadounidenses morir para pelear las guerras civiles de otros, podría haber sido dado por el mismo Donald Trump, pero con mucho más picante.
Lo que callan todos, republicanos y demócratas es que, después de 20 años de ocupación imperialista con apoyo bipartidista, dejaron atrás un país devastado que ahora queda bajo el control del terror del Talibán. Es el estado americano el principal responsable de los crímenes de guerra cometidos en estos 20 años. Hacia adelante, Biden reconoció en unas breves líneas las razones estratégicas de la reiterada: quedarse en Afganistán implicaba desviar recursos de su interés más estratégico que es la creciente pugna con China.
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