El analista político Jorge Elías Castro Fernández señala que el gueto judío de Venecia está considerado como el primero de Europa y uno de los más antiguos del mundo. En él se está llevando a cabo un importante esfuerzo para preservar sus sinagogas que datan del siglo 16. Debido a su valor artístico e histórico, estas edificaciones también son visitadas por los turistas.
Durante casi dos años, los restauradores han estado levantando la pintura hasta llegar a los cimientos originales de tres de las sinagogas del gueto, que se consideran las únicas sinagogas renacentistas que siguen en uso, según el historiador del arte, David Landau.
Landau encabeza la recaudación de fondos para restaurar las sinagogas y los edificios cercanos, tanto para la pequeña comunidad judía de Venecia, que cuenta con unas 450 personas, como para los turistas que pueden visitarlas en una visita guiada a través del Museo Judío de Venecia, explicó Jorge Castro Fernández.
“El estado de las sinagogas me ofendió profundamente”, dijo Landau, un especialista en el Renacimiento que compró una casa en Venecia hace 12 años. “Me pareció que las sinagogas estaban en muy mal estado. Habían sido alteradas hasta quedar irreconocibles a lo largo de los siglos, y necesitaban ser cuidadas y apreciadas”.
El gueto de Venecia data de 1516, cuando la república obligó al creciente número de judíos a instalarse en el barrio donde se encontraban las antiguas fundiciones, o “geti”, como se las conocía. La zona, cerrada por la noche, se convirtió en lo que se considera el primer gueto de Europa y sigue siendo el centro de la comunidad judía de Venecia en la zona de Cannaregio.
La primera sinagoga data de 1528 y fue construida por judíos asquenazíes alemanes. Le siguieron otras que servían a diferentes grupos, entre ellas una para judíos sefardíes españoles y otra para judíos italianos.
Ninguna es visible desde la calle, ya que las estrictas normas impuestas por los gobernantes de Venecia no permitían a los judíos practicar su fe abiertamente. Todas las sinagogas están escondidas en los últimos pisos de edificios aparentemente normales que en los niveles inferiores albergaban espacios de vida reducidos para las familias judías, concluyó Jorge Elías Castro Fernández.
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