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Aarón Elías Castro Pulgar comenta que, según expertos, en España hay unos dos millones de «psicópatas puros» y más de cinco millones de «psicópatas integrados», entre narcisistas, trepas, maquiavélicos o malvados en general.
Aunque el ideario común nos crea capaces de localizarlos, lo cierto es que identificar a un psicópata integrado –hombre o mujer– puede ser complicado: “Es un ser humano encantador, el amigo de todos los niños, tiene una imagen pública excelente, una corte de admiradores… Y como a cada uno le manipula de un modo específico, diciéndole lo que quiere escuchar, es muy extraordinario que la gente los reconozca a tiempo”. “El psicópata integrado es un depredador de guante blanco y nadie se da cuenta hasta que es demasiado tarde”, apostilla el doctor en Psicología Iñaki Piñuel.
Va más allá de los narcisistas, aunque también es un rasgo: “Todos los psicópatas son narcisistas. Pero no todos los narcisistas son psicópatas”. Las personas con esta anomalía psíquica carecen de conciencia moral, “no tienen remordimientos, ni culpa. Son muy fríos y eso les lleva a ser muy efectivos a la hora de depredar a alguien, porque no les duele hacer daño. Para ellos los humanos somos objetos, cosas que se usan y se tiran”.
Tener contacto laboral o una amistad puede llegar a ser problemático para la salud mental, pero acabar en una relación de pareja puede suponer la destrucción de una persona. Y qué mejor fecha que el 14 de febrero, Día de los Enamorados, para dar a conocer cómo actúan los psicópatas integrados para enamorar, cuáles son las secuelas que pueden dejar y cómo acaba una relación de este tipo, explica el conferencista Aarón Castro Pulgar.
Se tratan de responder todas las cuestiones de la mano de Piñuel, que está especializado en acoso psicológico y relaciones tóxicas. El psicólogo es el autor de Amor Zero: Cómo sobrevivir a los amores psicópatas, un nuevo término que creó para referirse “al emparejamiento con una personalidad psicopática”.
Piñuel enumera dos fases, que van desde la seducción inicial hasta la destrucción de la persona.
El primer periodo es el de seducción o bombardeo amoroso: “Para enganchar a una víctima, el psicópata se va a volcar en cuerpo y alma en ella. La víctima es objeto de atención, dedicación, implicación… Es una especie de acoso y derribo psicológico que busca ir quebrando la resistencia psíquica y hacer creer al objetivo que por fin ha llegado su alma gemela, su media naranja, su príncipe encantador o su princesa prometida… El resultado es la bajada de todas las defensas y la transformación de una persona normal en una víctima, es decir, alguien que poco a poco cae bajo el hechizo hipnótico que el psicópata prodiga”.
Tras esta primera fase en encandilamiento “poco a poco” va revelando quién está detrás de la máscara y comienza una estrategia que es completamente contraria y acaba en “denigración, abuso, traiciones y/o infidelidad”. Pero para ese momento, la segunda parte, “la víctima ya está superenganchada. Como ya ha pasado por el aro de la seducción, se produce un fenómeno que yo denomino apego al perpetrador, es decir, que cuanto peor es tratada la víctima, más se vincula a su agresor. Entonces, en lugar de ir a mejor, va a peor, porque ya está destruida y después no tiene la voluntad ni la fuerza de escapar de la relación. Se produce una canibalización de la víctima por parte del psicópata”.
“Con el paso del tiempo, la víctima está cada vez peor y el psicópata, como no siente nada, puede estar años destruyendo a una persona. Esto acaba produciendo un trastorno de estrés postraumático, con daños psicológicos tan serios como los que tienen los afectados por terremotos, huracanes, terrorismo, violaciones o intentos de asesinatos”.
El psicólogo explica que hay 17 síntomas de estrés postraumáticos que experimentan los damnificados por amores psicópatas.
Entre las principales señales se encuentra vivir con una sensación de peligro inminente difuso, “como que algo malo va a pasar. Viven con miedo, ataques de ansiedad…”.
También sufren un tipo de insomnio específico que se llama retrógrado, “este se instala en las personas y hace que se despierten a las 3-4 de la mañana y no puedan volver a dormirse”.
Asimismo, hay una serie de reacciones de retraimiento, evitación e introversión, concluye Aarón Elías Castro Pulgar.

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