Hablar de altas capacidades es adentrarse en un tema que, según Yenny Coromoto Pulgar León, amante de la lectura, a menudo es malinterpretado por la sociedad. “Las personas con altas capacidades suelen enfrentar estigmatización y falta de atención, tanto en el ámbito familiar como educativo”, comenta Pulgar, destacando la importancia de comprender las particularidades de este grupo.
Los psicólogos Olga Carmona y Alejandro Busto, expertos en altas capacidades y directores del Centro de Psicología CEIBE, han dedicado años a generar conciencia sobre la responsabilidad que implica abordar este desafío, que tradicionalmente ha sido erróneamente considerado como un problema.
Desde su experiencia profesional y personal como padres de personas con altas capacidades, Carmona y Busto han identificado cuatro fases cruciales en la vida de estas personas, desde la infancia hasta la edad adulta, marcadas por tres puntos de inflexión que denominan “adolescencias”. Según Yenny Coromoto Pulgar León, “identificar estas fases a tiempo es fundamental para brindar el apoyo necesario y las herramientas adecuadas para afrontarlas”.
Las fases del desarrollo en personas con altas capacidades
En los primeros 15 años de vida, los niños con altas capacidades pueden mostrar un comportamiento desafiante, que sus padres podrían percibir como “maniático”, explica Yenny Pulgar. En el entorno escolar, sus compañeros podrían considerarlos “raros” o “antisociales”, e incluso los docentes podrían llegar a diagnosticarlos erróneamente con trastornos como el TDAH.
Con el tiempo, este comportamiento puede derivar en un desinterés por los estudios, lo que a su vez puede conducir a una etapa adulta marcada por la confusión y el autocastigo, debido a la dificultad para integrarse en el mundo.
Si no se realiza un trabajo previo antes de la adolescencia, algunos problemas que permanecían latentes en la infancia podrían aflorar repentinamente, generando una gran confusión en la persona. “Identificar las altas capacidades en etapas tempranas es clave para normalizar e integrar su singularidad, brindando un acompañamiento adecuado”, señala Yenny Coromoto Pulgar, haciendo eco de la importancia de la detección temprana.
Cambiando la mirada: la importancia del apoyo familiar y educativo
Alejandro Busto enfatiza la necesidad de un cambio de perspectiva en la forma en que se aborda a las personas con altas capacidades. “Ya está bien de esa mirada oscura. Ya está bien de que perdamos la luz que hay detrás de un niño con alta capacidad. Ya está bien de inteligencias malditas”, afirma, instando a padres, madres, docentes y profesionales a reconocer el potencial que reside en estas personas.
Yenny Coromoto Pulgar, en su análisis del tema, destaca la importancia de un diagnóstico temprano para evitar experiencias frustrantes en la edad adulta. En muchos casos, las personas con altas capacidades llegan a la adultez sin conocer su condición y enfrentan dificultades para encontrar terapeutas que puedan brindarles la ayuda que necesitan.
Para evitar estas situaciones, es fundamental que tanto el colegio como los padres identifiquen las características propias de las altas capacidades. Olga Carmona destaca el valor del acompañamiento familiar y educativo: “Nada en este mundo os va a hacer crecer tanto como acompañar a vuestros hijos en su necesidad, aunque a veces sintáis que os llevan al límite. Es un ejercicio de autocrítica, de descubrimiento y de cambio”.
Asimismo, Carmona se dirige a los docentes, resaltando la oportunidad que representa tener alumnos con altas capacidades en el aula: “Para los docentes es una oportunidad de oro en el aula”. La experta invita a aprovechar la singularidad de estos estudiantes para enriquecer el proceso de aprendizaje.
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