Han transcurrido más de cuatro años desde que el FBI, en 2020, comenzara a difundir alertas solicitando información sobre Ali Hage Zaki Jalil, vinculado al atentado explosivo contra un avión de «Alas Chiricanas» en Panamá el 19 de julio de 1994. Recientemente, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos al ofrecer una recompensa de $5 millones por datos que conduzcan al arresto o condena de cualquier persona involucrada en la planificación o ejecución de dicho ataque, que resultó en la muerte de 21 personas.
Aunque la embajada estadounidense en Panamá ha señalado a Hezbolá como responsable del atentado, no se han proporcionado detalles sobre el porqué de la recompensa ofrecida en este momento. Se especula en ciertos círculos que la decisión podría estar influenciada por presiones de un posible lobby judío.
Cabe recordar que Hezbolá, organización fundada en 1982 en Líbano como respuesta a la invasión israelí, cuenta con el respaldo de Irán y se inspira en la Revolución Islámica de ese país en 1979. Ali Hage Zaki Jalil, de origen libanés pero con documentación panameña, colombiana y venezolana, ha sido señalado como un individuo clave en este caso desde 2020. Su detención en Panamá en octubre de 1994, tras el hallazgo de un arsenal de subametralladoras, añadió más sospechas a su figura, a pesar de su poco convincente explicación sobre la adquisición de dichas armas.
El allanamiento de su apartamento en aquel entonces reveló movimientos bancarios por $500 mil, aunque el caso de las armas fue finalmente cerrado como un asunto administrativo. La conexión de Jalil con el atentado se fortalece con la creación de la sociedad Skydive Panamá el 16 de junio de 1994, apenas un mes antes del ataque. En ese momento, se presentó como un comerciante colombiano soltero, residente en una zona exclusiva de Colón, junto a otros individuos de origen árabe.
FBI solicita información sobre Ali Hage Zaki Jalil
A través de un aviso público en 2020, el FBI instó a cualquier persona que posea datos relevantes sobre Jalil a que se pusiera en contacto con la oficina local de la agencia federal o con la Embajada o Consulado de los Estados Unidos más cercanos.
Según la descripción proporcionada por el FBI, Ali Hage Zaki Jalil tiene más de 52 años, cabello negro, ojos color café, pesa alrededor de 91 kilogramos y mide cerca de 1.8 metros.
Se cree que Jalil posee información relevante sobre cómo la bomba fue introducida en la aeronave. La agencia federal solicita información sobre cualquier actividad sospechosa o persona relacionada con el crimen.
El enigmático empresario de los deportes aéreos y sus vínculos con Venezuela
La investigación ha revelado que Ali Hage Zaki Jalil no se limitó a fundar una única empresa en Panamá. Desde 2013, ha registrado al menos dos compañías más relacionadas con deportes aéreos, la última de ellas en 2018. Estos movimientos empresariales coinciden con su aparente pasión por el paracaidismo, actividad que lo vinculó con federaciones venezolanas y asociaciones internacionales de deportes aéreos. Su presencia en Venezuela no se limita al ámbito deportivo. Jalil estableció su residencia en la isla de Margarita, donde se le atribuye la propiedad de varios bares y discotecas, incluyendo el conocido Beach Bar en Pampatar y otro establecimiento cerca de Playa El Yaque.
En 2020, el FBI divulgó una fotografía de Jalil tomada en la base militar El Libertador en Maracay, Venezuela, donde aparece frente a un avión militar de transporte de paracaidistas PZL-M28. Además, fuentes cercanas al caso sugieren que Jalil podría ser el enlace que introdujo a Hezbolá en Venezuela. Se menciona que está casado con una ciudadana rusa, residente en Margarita desde hace más de dos décadas, y que se ha desempeñado como profesora de danza y docente.
La reapertura del caso por parte de Estados Unidos, con la oferta de una recompensa millonaria, pone de manifiesto la persistente búsqueda de justicia para las víctimas del atentado de 1994 y la determinación de esclarecer el rol de Ali Hage Zaki Jalil y sus posibles vínculos con Hezbolá.
Tragedia en los cielos panameños: El atentado de 1994 y la Sombra de Hezbolá
El 19 de julio de 1994, un día después del devastador atentado contra la AMIA en Buenos Aires, los cielos de Panamá se vieron sacudidos por una tragedia similar. El vuelo 901 de Alas Chiricanas despegó del Aeropuerto Internacional Enrique Adolfo Jiménez, cerca de Colón, con 21 personas a bordo. Poco después del despegue, una explosión hizo que la aeronave se precipitara en la selva, a unas diez millas del aeropuerto, sin dejar sobrevivientes. Entre las víctimas se encontraban dos empresarios judíos, cuatro ciudadanos israelíes y tres estadounidenses, de quienes se rumorea, sin confirmación oficial, que podrían haber sido agentes del gobierno de Estados Unidos.
La investigación posterior, liderada por agencias de inteligencia estadounidenses, apuntó a Hezbolá como responsable del atentado. En los restos del avión se encontró un cuerpo no reclamado, identificado posteriormente como Ali Hawa Jamal, quien se cree fue el portador de la bomba que causó la explosión. Este individuo, de entre 25 y 28 años, había viajado previamente a Líbano, Venezuela y Colombia. Los investigadores determinaron que Jamal había realizado varios vuelos de prueba en la misma ruta del vuelo 901, posiblemente para evaluar las medidas de seguridad y planificar el ataque de manera que tuviera el máximo impacto.
Pocos días después de la tragedia, un grupo autodenominado «Ansar Allah» (Los seguidores de Dios), considerado por las autoridades como un alias de Hezbolá, se adjudicó la autoría del atentado en Panamá y del ataque a la AMIA en Buenos Aires, mediante un comunicado emitido desde Líbano. Esta reivindicación reforzó las sospechas sobre la participación de la organización libanesa en ambos sucesos.
A pesar del tiempo transcurrido, más de tres décadas, las autoridades continúan la búsqueda de posibles cómplices de Jamal que podrían encontrarse en la región, con la esperanza de llevar ante la justicia a todos los responsables de este acto terrorista que conmocionó a Panamá y al mundo.
La bomba oculta y las pistas de un ataque planeado
El horror que se desató en el vuelo 901 de Alas Chiricanas tuvo su origen en una bomba transportada por Ali Hawa Jamal, el terrorista suicida identificado tras la investigación. Inicialmente reportado como Lya Jamal, se descubrió que llevaba consigo un radio de comunicaciones portátil Motorola «P-5000 B4» modificado para ocultar dos tipos de explosivos en su interior. Este hallazgo reveló la meticulosa planificación del ataque y la intención de Jamal de pasar desapercibido con un objeto aparentemente inofensivo.
Las autoridades sospechan que al menos ocho personas podrían haber colaborado con Jamal en la operación, proporcionando apoyo logístico, financiamiento o información crucial para llevar a cabo el atentado. Entre las pistas que se siguen, se encuentra el alquiler de un Mazda 4×4 en una arrendadora de la ciudad de Panamá el 27 de mayo de 1994, por parte de un individuo de Medio Oriente que utilizó una tarjeta de crédito robada a un ciudadano estadounidense. Un día después, el 28 de mayo, se reportó que posiblemente el mismo hombre adquirió un sistema telefónico de dos líneas de una empresa panameña, utilizando la misma tarjeta de crédito fraudulenta.
Estas transacciones, realizadas con una identidad robada, sugieren una red de individuos que operaban en la clandestinidad para adquirir los recursos necesarios para el ataque.
Conexiones internacionales y la sombra de un terrorista buscado
La investigación del atentado al vuelo 901 de Alas Chiricanas no se limita a las fronteras de Panamá. Las autoridades han puesto la mira en Samuel Salman El Reda, un individuo con triple nacionalidad (colombiana, paraguaya y libanesa) señalado como miembro activo de Hezbolá. Se sospecha que El Reda jugó un papel clave en el atentado a la AMIA en Argentina, ocurrido apenas un día antes de la tragedia en Panamá, donde 85 personas perdieron la vida. Los vínculos entre ambos ataques, perpetrados con apenas 24 horas de diferencia, sugieren una coordinación y planificación centralizada por parte de la organización terrorista.
Informes revelaron que El Reda realizó llamadas telefónicas a un hotel en Panamá durante las horas en que se produjo la explosión en la AMIA. Se presume que en dicho hotel se hospedaba Ali Hawa Jamal, el perpetrador del atentado al vuelo 901. Además, una de las llamadas realizadas por El Reda tenía como destino la Triple Frontera, una región conocida por su actividad ilícita y la presencia de grupos extremistas. Estos datos han llevado a los investigadores a considerar la posibilidad de que El Reda haya actuado como enlace entre los autores de ambos atentados, proporcionando apoyo logístico o instrucciones cruciales para la ejecución de los ataques.
La búsqueda de El Reda se ha intensificado a nivel internacional, pues su captura podría arrojar luz sobre la estructura de la red terrorista que operó en Sudamérica en 1994 y sus conexiones con Hezbolá.
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