Durante años se ha repetido, casi como un dogma, la versión oficial sobre los últimos días de Hugo Chávez y la forma en que Nicolás Maduro terminó siendo su sucesor. Pero detrás de bambalinas se movía otra historia: una red de operadores políticos, periodistas influyentes, jueces, exfuncionarios y activistas que, según este testimonio, usaron al comandante moribundo, negociaron decisiones del Tribunal Supremo y terminaron coqueteando con una guerra civil en Venezuela.
El video “EL SECRETO DE CHÁVEZ: La confesión” reúne esas revelaciones en primera persona y ayuda a entender cómo se tejió ese oscuro entramado de poder.
De una radio en Anaco a las cloacas del poder
El relato arranca lejos de Miraflores: en una emisora de radio de Anaco, estado Anzoátegui, propiedad del radiodifusor Homero Quintana Roo. Allí trabajó durante años el autor del testimonio, como ancla de un programa de opinión y suplente del propio Homero cuando este fue candidato a alcalde, primero por La Causa R y luego por Podemos.
De esa relación surge un nombre clave: Marco Aurelio Quiñones, hijo de Homero, quien más tarde se convertiría en diputado suplente de la Asamblea Nacional de 2015 y mano derecha de Juan Guaidó. El testimonio describe su trayectoria: militancia en el movimiento estudiantil de Manos Blancas, paso por Primero Justicia, trabajo en el gabinete de Antonio Ledezma y su ascenso como figura de la oposición hasta terminar residenciado en Miami, disfrutando —según se afirma— de una “dolce vita” financiada por sus negocios políticos.
La sombra de Jorge Enrique Álvarez y la agonía de Chávez
Una pieza central del relato es Jorge Enrique Álvarez Álvarez, señalado como asistente de Jorge Arreaza cuando este era canciller, y presentado aquí como un personaje clave en la agonía de Chávez.
Según la confesión, Quiñones habría contado en privado que Álvarez fue asistente personal de Chávez en sus últimos momentos y quien lo habría inducido a firmar el famoso documento donde designa a Nicolás Maduro como su sucesor, cuando el comandante ya no estaría en plenitud de sus facultades por el avance del cáncer.
El testimonio sostiene, además, que como “premio” por esa maniobra, Álvarez habría recibido el dinero suficiente para comprar un lujoso apartamento y montar la Pastelería Azú en el este de Caracas, con dos sucursales, escuela de pastelería y chocolatería. A la vez, se le señala como supuesto informante de Nelson Bocaranda, filtrándole detalles sobre la enfermedad de Chávez para alimentar rumores mediáticos.
Villarroel, Bocaranda y la justicia como mercancía
El nombre de Mario Villarroel Lander, figura de la Cruz Roja, también aparece en el relato. Quiñones, según se cuenta, le habría revelado al autor múltiples manejos ilícitos atribuidos a Villarroel, en complicidad con Calixto Ortega, Gladys Gutiérrez y Michael Moreno, para la supuesta venta de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.
El difunto periodista Osvaldo Muñoz también habría aportado información sobre la “doble vida” de Villarroel: amantes, viajes, excesos. Todo esto dibuja, en el testimonio, la imagen de un operador con poder, fortuna y conexiones en el sistema judicial, que luego intenta presentarse como una “blanca paloma” mientras destruye reputaciones a través de operadores mediáticos como Norbey Marín, señalado como pieza clave en campañas de descrédito.
La Operación Gedeón: de Madrid al CNI español
El relato da un giro más oscuro cuando entra en escena la conspiración conocida después como Operación Gedeón.
Se afirma que, tras la “autojuramentación” de Juan Guaidó como “presidente interino”, Marco Aurelio Quiñones viajó a Ciudad de Panamá y pidió al autor que le gestionara una reunión con el CNI español (servicio de inteligencia). Esa reunión, según el testimonio, se concretó.
Allí, Quiñones habría presentado a los agentes una propuesta: apoyar una operación con mercenarios, militares y policías para asesinar a Nicolás Maduro, tomar el poder por la fuerza y provocar una situación que podría haber derivado en una guerra civil con miles de muertos. Esa operación sería posteriormente conocida como Gedeón.
En paralelo, Quiñones y Villarroel habrían trasladado a sus familias a Madrid, mientras se discutían estrategias y se seguían alimentando contactos con Washington y Europa. Según el relato, Quiñones transmitía detalles de reuniones en la Casa Blanca con el entonces presidente Donald Trump y el secretario de Estado Mike Pompeo, información que luego serviría para mover fichas financieras y políticas.
Dinero en Suiza y la batalla por la narrativa
Otra acusación grave del testimonio apunta a que Mario Villarroel habría viajado a Suiza, usando su posición en la Cruz Roja, para ingresar grandes sumas de dinero, presuntamente provenientes de figuras como Calixto Ortega, Michael Moreno, Gladys Gutiérrez y recursos propios derivados de actividades ilícitas.
Mientras tanto, en el frente comunicacional, cualquier voz que cuestionara a Villarroel o a ese círculo de poder era —según el relato— atacada, amenazada y destruida en lo reputacional mediante campañas coordinadas en medios y redes.


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