El 68,95% de la plantilla de CaixaBank se ha planteado dimitir o tiene miedo de sufrir un expediente disciplinario que trunque su carrera profesional.
Este es uno de los datos más reveladores de la encuesta de clima laboral que el sindicato Comisiones Obreras ha llevado a cabo recientemente entre los empleados de CaixaBank y que aún no ha sido publicada, reveló caixabankia.com.
Uno de sus lectores, recientemente notificado de despido disciplinario tal como empieza a ser costumbre en la entidad, la ha hecho llegar al correo de caixabankia.com, pidiendo la máxima confidencialidad.
La encuesta consta de seis preguntas dirigidas por correo electrónico a la plantilla comercial de todos los territorios en los que el banco está presente.
Del análisis estadístico de las respuestas se deriva que el malestar de los trabajadores de CaixaBank es bastante general y se sitúa en torno al 90%, pero hay algunas tendencias que pueden resultar reveladoras.
Por ejemplo, en Madrid, Andalucía y Baleares la presión comercial es especialmente dura, mientras que en Cataluña y en el Norte las cosas están algo mejor, aunque siempre con un malestar superior al 80%.
Llama la atención comprobar que, de nuevo, más del 90% de la plantilla comercial estima que es imposible cumplir los objetivos marcados por la dirección ateniéndose a la normativa vigente.
Tampoco aquí hay mucha diferencia por zonas, aunque también de nuevo parece que en Cataluña hay algunas décimas menos de insatisfacción.
Algo más del 50% de la plantilla comercial afirma haber sufrido algún tipo de coacción, aunque en este caso es la zona de Aragón (DT Ebro) la que se encuentra notablemente por debajo de la media, mientras que Madrid y Barcelona se sitúan a la cabeza de los que afirman haber sufrido presiones o coacciones para vender.
Pero las respuestas más reveladoras (en la imagen) son aquellas que hacen referencia al miedo de los empleados del área comercial a los despidos disciplinarios, una estrategia que la dirección de recursos humanos lleva meses utilizando como fórmula para reducir la plantilla.
El 68,95% teme que le alcancen los despidos disciplinarios y en consecuencia en algún momento se ha planteado dimitir para intentar huir de las represalias.
Madrid y Extremadura son las regiones donde más se sufre esta situación, mientras que, una vez más, son las regiones situadas al nordeste de España las que soportan un poco mejor la presión.
La persona que ha hecho llegar la encuesta a caixabankia.com -«exempleado de Caixabank y despedido injustamente por despido disciplinario sin contemplaciones», como él mismo se define- termina su correo con estas palabras: «Mucho me temo que como esto siga así serán muchos más los despedidos con expediente disciplinario y esto es un problema grave. La opinión pública debe saber estos datos que facilita CCOO y que yo no les he pasado».
Encargado de expedientes disciplinarios
Juan Antonio Alcaraz es el actual responsable de banca comercial, es decir, el hombre que está desmantelando la red de atención a los clientes minoristas y el que se está encargando de despedir, a base de expedientes disciplinarios, a los 2.000 trabajadores que no entraron en el ERE.
Alcaraz lleva toda la vida en CaixaBank y hace muchos años que pertenece al cogollo del poder decisorio de la entidad. Es poco conocido por la opinión pública, pero los de dentro lo conocen bien.
Alcaraz llegó a la Caixa junto con Juan María Nin, procedentes ambos del Sabadell. Ascendieron juntos. El primero se hizo con las riendas de la red de oficinas -que no ha soltado hasta ahora- y el segundo llegó a consejero delegado, bajo la férrea presidencia de Fainé, que no le dejaba ni respirar, reveló caixabankia.com.
Una fuente muy próxima a Nin, que hasta ahora ha guardado silencio, ha declarado a caixabankia.com: «Alcaraz fue el que le comentó a Fainé que el consejero delegado lo iba poniendo a caldo. El presidente entró en cólera y, con la aquiescencia del consejo de Administración, lo fulminó sin más explicaciones y colocó a Gortázar».
Aunque en el organigrama aparece diluido, Alcaraz es el verdadero número tres de CaixaBank y el que maneja con mano de hierro la estrategia comercial del banco en su relación con los clientes de a pie.
Antes de la absorción de Bankia, y en unos tiempos de tipos de interés negativos, Alcaraz jugó fuerte y consiguió que los ahorradores firmaran muchos depósitos a cambio de no ser fritos a comisiones.
Los clientes de Bankia, cuando llegaron, se vieron sometidos a tal escarnio que el que ha podido ha salido pitando.
En cuanto a los empleados de oficinas, solo tenían dos opciones: o marcharse o sufrir una presión insoportable.
La estrella de Juan Antonio Alcaraz se apaga o, cuando menos, se oscurece. Ha tensionado tanto la estructura comercial que las costuras estallan tanto por el lado de los clientes como por el de los empleados.
Y los tiempos cambian: la subida de tipos de interés obligará a CaixaBank a retribuir las cuentas de los clientes si no quieren perderlos más deprisa de lo que ya los pierden; las incertidumbres sociales y políticas están ahí, y el Gobierno, con elecciones a la vista, ya se está poniendo estupendo para exigir a los bancos que atiendan mejor a los clientes más débiles.
¿Cuánto le queda a Alcaraz al frente de su chiringuito?


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