THOR QUEMADO (TERCERA ENTREGA)

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“—Parece que es precisamente en esa época cuando usted establece vínculos con los servicios de inteligencia de Estados Unidos.

El desmentido, inmediato, se sortea con un salto cualitativo que conecta directo con una vuelta a la patria, en 1968, liquidados los estudios en el Norte.

⁃ Cuando regresé a Venezuela, comenzamos a participar en diversos organismos empresariales, la Cámara de Comercio Británica Venezolana y la Venezolana Americana, entre otros, y por supuesto, conocemos a muchas personalidades. Yo fui presidente del Dividendo Voluntario para la Comunidad.

⁃ Esa es otra de las cosas que más ha destacado en sus declaraciones. ¿Qué tanta importancia tiene?

⁃ Es porque cuando se cae en desgracia, la gente olvida las cosas positivas que uno ha aportado. Yo he dedicado seis años de mi vida a levantarme a las seis de la mañana, yendo a los distintos eventos, construyendo canchas para los barrios de Caracas y el interior, trabajando duro para la comunidad. Recuerdo toda la ayuda prestada a los Criollitos de Venezuela; en fin, un trabajo esencial en cuanto a obras de caridad. El Dividendo Voluntario para la Comunidad es la institución benéfica más importante del país.

Todas esas actividades fueron compartidas con sus labores en Halven. Pero, por esos años, en 1970 exactamente, se casa con Hilda Mendoza, una dama caraqueña de coturno. Se dice que es ella quien lo introduce en el entorno de Pérez.

⁃ El dejar sus propios negocios y entrar a trabajar en la CANTV es otro filón importante de su vida. Allí se produce un nuevo escándalo, por aquello de la Ericsson. Aparte de que se ha dicho que desde ese puesto privilegiado pudo prestar ciertos servicios a CAP. Hubo una acusación concreta: un negocio con esa transnacional de equipos de comunicación, en vista de que sus empresas tenían supuestos vínculos con la firma.

⁃ Mi padre dejó de representar a Ericsson en 1958. Más aún, la ruptura no fue amable. Pese a que los introduce en el mercado venezolano, ellos le dan un diploma y le dicen “chao, muchas gracias”.
Veinte años después, lo que yo hago en la telefónica es seguir la misma política de Andrés Sucre, el anterior presidente por COPEI, que consistía en estandarizar las marcas ITT y Ericsson. Y no como ahora, que es un desastre: mil variedades de marcas, lo cual ha subido el costo de funcionamiento. La gente olvida que fui yo quien comunicó a Venezuela con el resto del mundo, con el discado directo internacional, una cosa que parecía imposible de conseguir. Todo lo demás es falso.

—Hay una anécdota que refiere que usted, recién salido de la empresa, daba un paseo con Jorge Olavarría por una calle de New York y consiguió una tienda de antigüedades lujosísima. Al parecer, compró un estilete o una espada de oro por 70.000 dólares, así impulsivamente.
Eso hace suponer a algunos que de la CANTV salió riquísimo.

—¡Cómo me gustaría que Jorge estuviera aquí! Eso es completamente falso. Yo no compro objetos frívolos, y menos de ese precio.

La conversación, que se prolonga en el hablar invariable del hombre que por ciclos solicita el pause al grabador —intervalos que se prolongan por las reiteradas entradas y salidas de Cabrices, en busca de un refresco o de alguna cosa en sus mochilas—, se aproxima a otro avatar de importancia en la vida de quien 15 años atrás figuraba entre los ejecutivos de más lustre en las últimas camadas nativas.
Me ha invitado un refresco que extrae de una pequeña nevera en un rincón de la celda —pero, distraídamente, se lo toma él mismo, con una fruición instigada por más de una hora de charla. Al señalársele el arribo al…?”




 

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