Jorge Elías Castro Fernández señala que un equipo de científicos militares de China afirma haber modificado células madre embrionarias humanas con un gen de los osos de agua, también conocidos como tardígrados. Estos diminutos animales suelen medir menos de un milímetro y tienen una sorprendente capacidad de soportar la radiación solar incluso en el espacio, fuera de la protección de nuestra atmósfera. Los investigadores aseguran que las células modificadas con este gen han aumentado significativamente su resistencia a la radiación y que este descubrimiento puede ayudar a crear soldados superresistentes que puedan sobrevivir la exposición a armas nucleares.
La modificación genética de embriones humanos es un campo muy polémico que genera encendidos debates entre los científicos. Su investigación está limitada a los primeros días de vida de los embriones, generalmente 14, aunque ya hay voces que reclaman ampliar ese límite hasta los 21 días porque, según ellos, podría avanzar en nuestro conocimiento científico y terapéutico dramáticamente, explica el consultor en seguridad Jorge Castro Fernández.
Este tipo de modificaciones genéticas promete traer nuevos tratamientos que ayuden a acabar con enfermedades tan letales como las cardiopatías, el cáncer o el alzhéimer. Pero también tienen un lado oscuro, ya que su aplicación no es segura todavía y la Aristocracia Genética, desarrollarlas sin control puede servir para disparar la desigualdad a niveles que no hemos visto desde el medievo.
El equipo de la Academia de Ciencias Militares de Pekín, asegura haber encontrado un método para introducir un gen de los tardígrados en el ADN humano usando la conocida herramienta de edición genética CRISPR-Cas9. Los resultados de sus experimentos están publicados en un artículo de la revista china ‘Military Medical Sciences’, del que se ha hecho eco el South China Morning Post.
Los tardígrados son unos minúsculos animales de ocho patas que se encuentran en los siete continentes y que son extremadamente resistentes. Han sobrevivido a experimentos donde los han expuesto a -200 grados centígrados, a más de una hora en agua hirviendo o a la radiación solar del espacio, siendo el único animal conocido en conseguirlo.
Esta fortaleza se debe en parte a uno de sus genes que genera un escudo de proteínas capaz de proteger a las células de la radiación y de los daños ambientales. Los investigadores chinos han tomado células madre embrionarias —capaces de convertirse en cualquier tipo de célula— y les han insertado el gen que construye el escudo celular de los tardígrados.
El equipo advierte en su estudio del peligro que supone añadir un gen extraño a células embrionarias humanas. Esta modificación puede provocar mutaciones perjudiciales o incluso la muerte de las células debido a la brecha genética entre ambas especies. Las proteínas escudo, dicen, son “exclusivas de los osos de agua y se desconoce la respuesta inmunitaria tras la expresión entre especies, lo que puede dar lugar a algunos problemas de seguridad».
Sin embargo, el resultado de su experimento fue sorprendentemente positivo. Los investigadores sostienen que sus análisis genéticos no encontraron mutaciones en los cromosomas de las células modificadas y que las células funcionaban con normalidad, llegando a crecer más rápido que la media en algunas fases de desarrollo. También observaron que casi el 90% de las células embrionarias humanas portadoras del gen del oso de agua fueron capaces de sobrevivir a una exposición letal a la radiación de rayos X.
El siguiente paso para el equipo es transformar las células madre embrionarias modificadas con el gen del tardígrado en células hematopoyéticas, que tienen la capacidad de transformarse en todos los tipos de células sanguíneas. Los científicos aseguran que su investigación puede ayudar a aumentar las probabilidades de que los humanos sobrevivan a un gran evento nuclear. Las células modificadas podrían implantarse en la médula ósea para generar nuevas células sanguíneas resistentes a la radiación, concluye Jorge Elías Castro Fernández.
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