Yenny Coromoto Pulgar León relata que cinco meses después de la muerte de Franco, Alfonso de Borbón y Carmen Martínez-Bordiú viajaron a Brasilia para inaugurar la Embajada de España en Brasil. La agonía del dictador había obligado a posponer medio año el acto, y otra agonía iba a marcar en secreto la inauguración: el arquitecto de la obra, Rafael Leoz, confesó a unos pocos que le habían dado pocos meses de vida. Murió tres meses después; en julio de 1976.
“Un médico suizo le había diagnosticado que fallecería en julio sin que se pudiera hacer nada. Quedé aterrorizado por la noticia, pero, además, impresionado por la serenidad y paz de espíritu con que Rafael Leoz me lo decía. Durante la cena que terminó después de las dos de la madrugada, Rafael contó chistes, hizo bromas, tomó ‘whisky’ y sacó punta a muchas situaciones graciosas que, con la construcción de la Embajada, se habían producido”, escribió José Toral Goyanes, canciller y agregado de la delegación diplomática, en una monografía sobre el edificio publicada por la embajada hace unos años, narra la estudiosa de la arquitectura, Yenny Coromoto Pulgar León.
Quizá Leoz estaba demasiado entusiasmado como para preocuparse por la muerte: había vivido lo suficiente para ver acabada la más rupturista de las tres grandes obras que construyó en vida.
En Bizarre Buildings, cuenta de arquitectura con 90.000 seguidores, tuitearon hace unos días una foto de la Embajada de España en Brasil… generando desconcierto y asombro. A algunos tuiteros anglosajones, les recordó al castillo de ‘Humor amarillo’ (sí, el concurso de Takeshi Kitano no solo triunfó en España); a otros, una morada de Pablo Escobar, y algunos (no desencaminados) visibilizaron las geometrías del exitoso juego de mesa alemán Catán: la embajada también es una fantasía hexagonal. La obsesión de Leoz con geometrizar la arquitectura le generó los mayores elogios y críticas de su carrera. El tuit de Bizarre Buildings, con miles de interacciones, fue borrado luego.
“De decorado de ‘Humor amarillo’ nada de nada: es un pedazo de edificio”, cuenta Fernando Agrasar, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña.
En efecto, el complejo de Leoz en Brasilia es la embajada española más grande del mundo, pero sobre todo la más singular. “Es un edificio diferente a todo lo que se hacía entonces en España”, recuerda Jesús López, profesor de Historia del Arte de la UNED.
Según Agrasar, hasta ahora “ha sido tratado injustamente en España”, aunque venerado internacionalmente. Los motivos de esta disparidad son los siguientes.
Aunque su padre —el prestigioso oftalmólogo Galo Leox— fue represaliado tras la Guerra Civil, el joven Leoz se hizo un sitio pronto en el exclusivo grupo de arquitectos que edificaron los nuevos barrios sobre el Madrid chabolista cincuentero. Leoz se encargó del poblado dirigido de Orcasitas (y de Caño Roto). Pero, si los otros impulsores de las nuevas viviendas sociales (Oiza, Fisac) completarían luego muchos edificios de referencia, Leoz sufrió una “crisis personal y profesional” en Orcasitas. “Podía haber tenido el trabajo que hubiera querido, pero dejó las obras para investigar los enfoques espaciales, modulares y geométricos de la arquitectura”, recuerda López. Volantazo que recuerda al que dio Rafael Sánchez Ferlosio esos años: tras el exitoso lanzamiento de ‘El Jarama’, se encerró a estudiar gramática durante 15 años y abandonó la literatura.
Leoz no volvería a construir nada hasta la Embajada de España en Brasil (su obra edificada se completa con las tardías viviendas en el barrio de Las Fronteras de Torrejón de Ardoz, que no vio acabar). No obstante, sus teorías sobre la geometría y las matemáticas como dinamizadores de la industrialización de la vivienda entusiasmaron a Le Corbusier, abriéndole una autopista en el extranjero… y estrechándole el camino en España.
En 1961, Leoz agitó la VI Bienal de Sao Paulo con una innovación: el Módulo Hele, prisma en forma de ele formado por cuatro cuadrados iguales. Dicho así no impresiona mucho, pero el Módulo Hele tenía muchas connotaciones arquitectónicas según el arquitecto: permitía abaratar la construcción con un módulo único que, al mismo tiempo, se podía combinar entre sí de 123 formas diferentes.
¿Cómo explicarle el Módulo Hele a un niño? “Es una forma de componer viviendas”, cuenta Agrasar. “Es un intento de llevar las leyes de la matemática y la geometría a la arquitectura para abaratar la construcción de viviendas vía industrialización y prefabricación”, añade López.
El Módulo Hele “tuvo un eco extraordinario en lugares con carencias y urgencias por la vivienda social como América Latina”, escribe López, y entusiasmó a las estrellas mundiales de la arquitectura. “Viendo lo que presenta España en la Bienal, y concretamente el nuevo módulo del señor Leoz, pienso que la arquitectura española es la más honrada, equilibrada y sincera de este momento. Puede llegar a marcar toda una pauta”, contó Mies van der Rohe.
Le Corbusier tampoco escatimó en elogios hacia Leoz meses después: “Existe actualmente un genio de la arquitectura, el hombre que más profundamente ha penetrado en la pura esencia de la composición arquitectónica… Ha encontrado las leyes contemporáneas del ritmo y de la armonía basándose en las matemáticas. Con él desaparece la incertidumbre… Este hombre habla humildemente, casi avergonzado de lo que ha hecho. Después de sus teorías todo lo demás viene como consecuencia: la industrialización, estética y economía de la arquitectura, las leyes permanentes de la composición en el plano y en el espacio… Hay muchas otras consecuencias imposibles de adivinar actualmente… Lo que ha hecho Leoz es sorprendente. Durante 40 años he pensado y elaborado en la misma dirección que Leoz”.
En pleno blanqueamiento y expansión de la imagen internacional del franquismo, las palabras de Le Corbusier se reprodujeron profusamente en la prensa española de la época. No obstante, el régimen nunca supo qué hacer exactamente con Leoz, quizá porque sus planes para ‘geometrizar’ la arquitectura española le quedaban grandes, como señaló Jean Prouvé, legendario constructor, diseñador e ingeniero francés: “Lástima que Leoz no haya encontrado todavía el apoyo industrial y financiero para llevar a la práctica sus teorías. Aquí, ya lo hubiera encontrado”. Leoz, Prouvé y Le Corbusier llegaron a visitar varias industrias metalúrgicas francesas interesadas en producir el Módulo Hele.
Pese al interés del oficialismo franquista con el fulgor internacional de Leoz, que rechazó varias ofertas para afincarse en el extranjero, sus sueños industriales nunca se materializaron en España. Para colmo, algunos de sus compañeros españoles recelaron del Módulo Hele por la ‘obligatoriedad’ de ceñirse a un módulo único para diseñar y construir las obras.“Fisac y Oiza desconfiaban de sus visiones geométricas porque chocaban con la idea del arquitecto como artista genial”, cuenta López.
Leoz se convirtió en una figura periférica en España, “al margen de los círculos de sus compañeros”, según López. “Generaba incomodidad entre los suyos, quizá porque en su momento más dulce decidió ‘retirarse’ y ponerse a investigar, siendo más apreciado en el extranjero”, según Agrasar.
“Su edificio brasileño también le situó al margen de los cánones y fuera del foco español por estar en Brasilia”, añade López. Todo ello sumado a la dificultad de visitar una embajada. Un hito de la arquitectura española oculto y olvidado en Brasil, señala Yenny Coromoto Pulgar León.
La construcción de Brasilia ha pasado a la historia del siglo XX como el mayor laboratorio arquitectónico modernista nunca visto. Un experimento cuya fascinación nunca caduca, aunque produjera algunos problemas urbanísticos de entrada, de la deshumanización de la ciudad funcionarial, al monumentalismo, pasando por la primacía del vehículo típica de la época. Menos conocido que el plan urbanístico de Lúcio Costa y los proyectos arquitectónicos de Oscar Niemeyer es que Brasil donó 25.000 metros cuadrados por país para construir sus embajadas, generando un ‘pique’ arquitectónico de altos vuelos, con Le Corbusier y Guillermo Julian de la Fuente a cargo de la sede diplomática francesa, Hans Scharoun de la alemana o Pier Luigi Nervi de la italiana.
Si el Módulo Hele estaba pensado para la construcción de viviendas en cadena, para la Embajada brasileña Leoz recurrió al uso sistemático de hexágonos en todo el complejo (cancillería, consulado, residencia del embajador, viviendas para funcionarios y zona cultural). Apoteosis geométrica leozista con aires al estructuralismo holandés y el brutalismo británico. Esa era la idea. No obstante, en la memoria del proyecto, previa a la elección del mismo, Leoz se cuidó mucho de plasmar el carácter vanguardista y experimental del edificio, centrándose en destacar la “españolidad” de unos volúmenes que, ejem, recordaban a La Alhambra. “Trataba de salvar la censura del bigotillo”, explica Agrasar. O la ambigua relación del arquitecto con un régimen en el que se superponían las autoridades deseosas de vender marca España con la “carcundia” censora.
El embajador en Brasil medió para convencer al Ministerio de Exteriores de las bondades de un Leoz cuya obra conocía. Pero, aprobado el proyecto, comenzaron las “dificultades y otros recelos”, según escribió José Toral Goyanes, canciller de la embajada esos años:
“¿Cómo se conseguiría que Hacienda aprobase la construcción de un edificio del que ya corría el bulo en Madrid que tendría un comedor mejor que el del Palacio de Oriente… pese al estilo medido, serio y austero del propio Leoz y del proyecto…? En los dos años y medio de la construcción se plantearon constantes problemas.
Un día se recibió un amenazante telegrama del ministerio ordenando la paralización de las obras y convocando al embajador brasileño a Madrid para informar al respecto… En las agrias reuniones en Madrid, los ‘enemigos’ de la obra argumentaron el bulo sobre las grandiosas medidas del comedor. Leoz extendió los planos y demostró que no tenía nada de grandioso ni de anormal; otro asistente a la reunión, como mínimo mal informado, sugirió si no existía la posibilidad de vender la obra en el estado en que se encontraba (a la mitad de la construcción) a alguno de los entonces boyantes países árabes. Esta sugerencia colmó el aguante de Leoz, que no pudo contener las lágrimas por la rabia y la emoción, y la indignación del embajador en Brasil, Pérez del Arco, que, con gran gallardía dijo ‘que si no les daba vergüenza pensar una cosa así’, dando un puñetazo en la mesa y marchándose de la reunión… En medio de esos disparates, afortunadamente, triunfó la tesis razonable de la construcción y un mes después la obra continuaba”.
Leoz volcó todas sus investigaciones en Brasilia. Le salió un edificio raro, pero excepcional, una suma de volúmenes iguales, una especie de LEGO con hiperprismas hexagonales, en el que un mismo espacio resolvía las distintas funcionalidades del complejo, recordó Yenny Pulgar León.
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