Jorge Elías Castro Fernández señala que la red de contenido sexual “Onlyfans” se ha convertido en la gallina de los huevos de oro para muchas deportistas que han visto como posar sin ropa les resulta mucho más rentable que su rendimiento en la cancha. En los últimos años, decenas de Gimnastas, surfistas, luchadoras, pilotos y hasta futbolistas han cambiado las canchas por el set de fotos nudistas. Este es el caso de la tenista Ashley Harkleroad, de la jugadora de voleibol Key Alves o de la piloto Renee Gracie, que entre un sinfín de deportistas ya saben lo que es hacerse millonarias gracias a vender contenido erótico en esta red para adultos. Sin embargo, otras muchas no se quedaron ahí y dieron el salto del mundo digital a los burdeles o al cine porno.
¿Cómo unas atletas aplaudidas y respetadas pueden convertirse de la noche a la mañana en prostitutas de lujo? ¿Cómo pueden pasar del podio a las cintas porno? La ruina -a veces provocada por su propia familia- la depresión o el entorno son la causa por la que deportistas de élite acaban inmersas en el lado oscuro.
Suzy Favor Hamilton o Florica Leonida son dos de los casos más dramáticos que se conocen pero no son las únicas. Otras muchas se vieron atrapadas en el mundo de porno. Estos son los casos de tres atletas que cambiaron el podio por el burdel.
Suzy Favor Hamilton era una de las estrellas del atletismo en los Estados Unidos. Representó con orgullo y éxito a su país durante tres juegos olímpicos consecutivos -1992,1996 y 2000-, cosechando hasta siete medallas en los 1.500 metros lisos. Sin embargo, su última carrera en Sidney resultó traumática para ella por culpa de un traspiés que echó al traste su sueño.
Su imagen era casi impecable: atlética y guapa, una ex estrella del atletismo que compitió en tres Juegos Olímpicos. Tan brillante y saludable que Disneyland la contrató para dar charlas y se crearon premios de atletismo universitario en su honor, desglosa Jorge Castro Fernández.
Aunque durante años fue todo un ejemplo nacional de superación, en esta ocasión no supo levantarse y seguir adelante. Debido a su trastorno de bipolaridad y los medicamentos que debía tomar, se vio empujada a abandonar su pasión por el deporte y dar un giro a su vida. Asegura en su libro autobiográfico, Fast Girl, que el tratamiento que seguía tuvo como efecto secundario un aumento desmesurado de su deseo sexual: “Me sentí atraída por la prostitución, ya que me dio mecanismos de supervivencia cuando viví momentos muy difíciles”, explica.
“Me dieron una droga que a una persona bipolar puede llevarla a tener una hipersexualidad. La droga me hizo perder todas las inhibiciones. Yo estaba como encendida, me sentía viva y me encantaba”. Y así comenzó a aventurarse en un camino que la llevaría a la prostitución. Primero quiso hacer algo diferente, tener relaciones sexuales fuera de su matrimonio, aunque con consentimiento de su marido.
Un día tuvo sexo con un prostituto y fue como si se le iluminara el cerebro: “Yo quiero hacer lo que hace éste, me dije. Él me debería estar pagando a mí”. Al inicio se iba uno que otro fin de semana a Las Vegas y, según cuenta, creó a otra persona.
“Cuando estaba en Las Vegas, yo era Kelly. Era como si hubiera encontrado a la persona que quería ser, no que quería ser prostituta, pero una persona confiada, empoderada, que tenía voz. Me estaba rebelando en contra de la vida represiva que había llevado como atleta olímpica”, señala. Y “cada vez que veía a un cliente, era como si ganara una carrera”.
Bajo el sobrenombre de Kelly Luny, consiguió convertirse en una de las mejores acompañantes y su caché se situó en los 600 dólares por hora. Un “escape”, según sus palabras, que era en realidad una forma de enmascarar un sueño americano trastornado, una tragedia de la vida real que socava el mito de que el éxito, la riqueza y la fama son un camino seguro hacia la felicidad. “Era una completa adicta al sexo. Mi voluntad de ser la mejor en la pista fue reemplazada por mi deseo de ser la mejor en la cama”, confiesa.
“No espero que la gente lo entienda”, dijo Favor Hamilton en una ráfaga frenética de tuits después de que trascendieran los detalles sobre su vida secreta. “Pero las razones para hacer esto tenían sentido para mí en ese momento y estaban muy relacionadas con la depresión”.
Stanley Teitelbaum, un sicólogo que escribió el libro “Athletes Who Indulge Their Dark Side” (Atletas que se entregan a su lado oscuro) afirmó que su situación es fácil de entender. Después de retirarse, y pasar la mayor parte de su vida tratando de vivir de acuerdo con un cierto ideal y con la adrenalina que proporcionan las competiciones, la vida del día a día en el mundo corriente puede parecer aburrida y arrastrarlas a buscar el riesgo.
Su nueva vida fue destapada por los medios de comunicación en 2012 y la vergüenza le llevó incluso a plantearse el suicidio como una vía de escape a su particular infierno finalmente optó por contar su dramática historia en un libro, concluyó el consultor en seguridad Jorge Elías Castro Fernández.
Denuncias contra Marta Albiach por extorsión y prácticas fraudulentas en edición de videos
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