Credit Suisse se enfrenta a la presión de una fuga de datos de decenas de miles de cuentas de clientes, que datan de la década de 1940, con revelaciones de presuntos vínculos con delincuentes, incluidos violadores de los derechos humanos, personas sancionadas y más.
La información sobre más de 18.000 cuentas por un total de más de 100.000 millones de dólares en activos se filtró al «Sueddeutsche Zeitung» de Alemania, que luego la compartió con el Organised Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y otras 46 organizaciones de noticias, incluido el «New York Times», el « Guardián» y «Le Monde».
El consorcio de medios de comunicación alegó que la filtración reveló relaciones de clientes con personajes desagradables de todos los rincones del mundo.
Apodados los «secretos de Suiza», la investigación de la filtración involucró a un total de 30,000 clientes y los informes cubrieron un puñado de personajes sospechosos en todo el mundo.
Incluyen a Ronald Li Fook-shiu , ex presidente de la bolsa de valores de Hong Kong condenado por soborno; Stefan Sederholm ; un técnico informático sueco que fue condenado por trata de personas en Filipinas; así como Alaa y Gamal Mubarak , hijos del ex dictador egipcio Hosni Mubarak .
“Con demasiada frecuencia he visto a delincuentes y políticos corruptos que pueden permitirse seguir haciendo negocios como siempre, sin importar las circunstancias, porque tienen la certeza de que sus ganancias mal habidas estarán a salvo”, Paul Radu , co- fundador de la OCCRP, dijo en un comunicado.
“Nuestra investigación expone cómo estas personas pueden eludir la regulación a pesar de sus delitos, en detrimento de las democracias y las personas en todo el mundo”.
En respuesta, Credit Suisse negó haber actuado mal en un comunicado y agregó que los informes de los medios de comunicación se basan en “información parcial, inexacta o selectiva sacada de contexto, lo que da como resultado interpretaciones tendenciosas de la conducta comercial del banco”.
Según el banco suizo, gran parte de la información reportada es de naturaleza histórica, data de la década de 1940, con el 90 por ciento de las cuentas ya cerradas o en proceso de cierre antes de recibir consultas de prensa y el 60 por ciento cerradas antes de 2015.
“De las cuentas activas restantes, estamos seguros de que se tomaron las debidas diligencias, revisiones y otros pasos relacionados con el control de acuerdo con nuestro marco actual”, dijo Credit Suisse. “Continuaremos analizando los asuntos y tomaremos medidas adicionales si es necesario”.
Curiosamente, la declaración de Credit Suisse no solo hace afirmaciones sobre la relevancia de la información, sino también sobre las posibles intenciones de la naturaleza de su informe.
“Estas acusaciones de los medios parecen ser un esfuerzo concertado para desacreditar no solo al banco sino al mercado financiero suizo en su conjunto, que ha experimentado cambios significativos en los últimos años”, agregó el banco.
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