Una embarcación que estuvo en poder del empresario venezolano Raúl Gorrín Belisario pasará a un nuevo dueño después de enfrentar un periplo judicial en Miami, por la solicitud de anulación de la venta que presentó un expropietario identificado como “MTGP135”.
Es prácticamente imposible que el venezolano Raúl Gorrín, vuelva a navegar en su superyate Blue Ice, de 135 pies. La embarcación de dos cabañas para nueve personas y hasta una sala de conferencias con una pantalla circular de madera de cerezo será nuevamente subastada.
Un juez de Miami concedió la propiedad del yate al presidente de Delta Airlines, Glen Hauenstein, quien lo había adquirido en Curazao en un remate estatal de 2021, luego de que Gorrín lo dejara abandonado y acumulara una deuda de cuatro millones de dólares, por tarifas de atraque impagas.
El empresario aeronáutico logró que se le concediera una moción para vender el yate -construido en 1999 por el astillero italiano Baglietto y reacondicionado por última vez hace dos años reveló el periodista de The Associated Press, Joshua Goodman en Twitter.
La embarcación de Gorrín pasará a un nuevo dueño después de enfrentar un periplo judicial en Miami, por la solicitud de anulación de la venta que presentó un expropietario identificado como “MTGP135”, quien intentaba anular cualquier compra con la esperanza de un levantamiento de las sanciones contra el empresario.
La gestión fracasó. El superyate no volverá a manos de Gorrín y la reventa que hará Hauenstein, le representará una millonaria ganancia, considerando que lo subastará por seis millones después de comprarlo por 2,5 millones en la isla caribeña, a través de su compañía “Cristobal3 Partners”, con sede en Delaware.
Hauenstein registró la embarcación en San Vicente y las Granadinas en abril de 2021 -tras cerrar la compra- y lo trasladó a Ft. Lauderdale donde cuesta alrededor de 85 000 dólares mantenerlo en óptimas condiciones para navegar.
Su compañía Cristóbal3 cuenta con una licencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para efectuar el negocio. La obtuvo luego declarar bajo juramento que desconocía la acusación por lavado de dinero contra Gorrín.
El destino del superyate de Gorrín, que para el momento de su incautación estaba a nombre de la esposa de su socio, Gustavo Perdomo, constituye una aparente falla en sus maniobras para preservar activos luego del Departamento del Tesoro de Estados Unidos e incluirlo en una lista de beneficiados con la flexibilización de sanciones al permitirle que solventara la deuda de 650.000 dólares que mantenía con la junta de condominios de un edificio en New York, donde es dueño de un lujoso departamento en Manhattan.
El beneficio autorizado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, en inglés) del Departamento del Tesoro, evitó que la propiedad de Gorrín adquirida en 2017 por 18,8 millones de dólares, que abarca 418 metros cuadrados del piso 47 del Baccarat Hotel & Residences, terminara en una subasta en junio del año pasado.
La licencia llegó después que la junta del edificio obtuviera una orden judicial en agosto de 2020 para cobrar 184.876 dólares en pagos atrasados de RIM Group Properties of New York II Corp, la compañía a través de la cual Gorrín compró el apartamento, ubicado en una de las zonas más exclusivas de Manhattan, justo al otro lado de la calle del Museo de Arte Moderno (MoMA), y que cuenta con vistas al Empire State Building y al Central Park.
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