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Se calcula que en España hay unos 3.000 pueblos abandonados. Una cifra en aumento tras décadas de éxodo rural y el envejecimiento de los habitantes que se quedaron en los pequeños municipios. La mayoría de ellos están en la conocida como España interior donde se sufre con más intensidad el fenómeno de la despoblación. Y decenas de estos pueblos pueden comprarse: están a la venta. Tan solo en Castilla y León se venden una docena de pueblos con sus casas, fincas y otros edificios. Gran parte no cuestan más que un piso en una gran ciudad, revela Jorge Francés en El Confidencial.
Este singular producto inmobiliario ha despertado el interés de inversores y fortunas internacionales. “Estamos trabajando casi con un 75% de clientes extranjeros. El foráneo ya no busca solo turismo de playa, también un refugio a su economía invirtiendo en pueblos y fincas agrarias. Quiere diversificar sus inversiones”, explica a El Confidencial Elvira Fabián, portavoz de la agencia Aldeas Abandonadas. “Nos llaman de todas las partes del mundo. Nos dicen que quieren viajar a España a conocer estos pueblos, conventos, fincas o molinos en venta y les organizamos las visitas. Traen los vuelos y la agenda muy cerrada. Está pasando mucho con americanos, argentinos y venezolanos que quieren tener edificaciones y mucha tierra”.
Unos “trocitos” de España a la venta que son muy atractivos para inversores internacionales sin ninguna relación con las aldeas que compran, pero que suelen utilizar como un valor refugio para su dinero que no existe en otros países. “El otro tipo de cliente son las familias que buscan dar un vuelco a su vida y criar a sus hijos en un entorno rural”, asegura Elvira Fabián, que también confirma que este tipo de complejos rurales se han convertido en una ubicación ideal para negocios de hostelería y turismo rural.
Es el caso de Salto de Castro, en la provincia de Zamora, un pequeño pueblo de 6.600 metros cuadrados construidos que fue habitado durante la construcción de la presa de Castro y abandonado en 1989. Hace unas semanas se hacía público que el constructor toledano Óscar Torres lo había adquirido por tan solo 260.000 euros. Su intención es convertirlo en un nuevo espacio turístico para la zona. Se compone de 44 viviendas, bar, iglesia y una escuela.
El empresario manchego pagó 260.000 euros por un pueblo entero, menos de lo que vale un buen piso en un buen puñado de ciudades. Porque ser el dueño de un pueblo no es un sueño caro, pero tiene truco. “Después hay que hacer las instalaciones porque las que tienen son muy antiguas, hay que traer la luz porque en muchas de estas propiedades no hay luz, hay que asfaltar caminos, hay que restaurar las edificaciones…”, relata Elvira Fabián, lo que supone fuertes inversiones para volver a hacerlo habitable.
Aún así es muy llamativo el precio que tienen los pueblos en venta. Haciendo un rápido recorrido por la web de Aldeas Abandonadas se encuentran hasta una docena de opciones en distintas provincias de Castilla y León. En Segovia se ofrece un pueblo de 12 viviendas y finca de 5.500 metros cuadrados por 100.000 euros. “En plena naturaleza y bien ubicado”, dice el anuncio. En Burgos los interesados pueden hacerse con una localidad abandonada de 60 casas por 339.000 euros. O en León un conjunto rural con dos edificios y un museo por 300.000 euros. Cifras tremendamente curiosas cuando un piso medio en España se sitúa en los 223.000 euros.
También hay opciones en la provincia de Ávila como un pueblo en ruinas en la zona de Peguerinos con un precio de 900.000 euros y que promocionan como “ubicación espectacular, en la zona más demandada por el turismo de la Comunidad de Madrid, ya que pueden observar incluso la Sierra de Gredos”. Similar precio, 850.000, piden por un pueblo abandonado en Burgos con una docena de casas y 200 hectáreas de fincas junto al río Ebro.
Algo más caro es uno de los pueblos en venta con más edificaciones y mejor estado de conservación. Es una aldea en Palencia que tiene un precio de 2,3 millones de euros. Incluye una antigua fábrica, las casas donde vivían los trabajadores, escuela, casona burguesa, capilla, cuadras y molino. Y no todas estas localidades están en estado ruinoso. En la web Idealista se promociona la venta de un pueblo salmantino de 32 viviendas “en perfecto estado para entrar a vivir”. Se llama Salto de Saucelle, está junto a la frontera con Portugal y el propietario pide 4,8 millones de euros. La inmobiliaria asegura que hay tres interesados en hacerse con él.
A pesar de que la despoblación va vaciando las casas según se pierden habitantes parece complicado que todo un pueblo pueda tener un mismo propietario para poder venderse. Elvira Fabián explica que “en estos pueblos vivían familias enteras. Antiguamente, las familias eran muy grandes y se casaba gente con parentesco muy cercano”. Eso fue provocando que la sucesión de herencias desembocara en que la propiedad de toda la aldea recayera en una o muy pocas manos de la misma familia. “Muchos de los familiares emigraron y las propiedades fueron cedidas a otras personas que se quedaron, que además en algunos casos fueron comprando luego más casas”. / Más en El Confidencial

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