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El banquero hispano-venezolano Juan Carlos Escotet fue uno de los que participaron en las recepciones al rey emérito Juan Carlos I, en su visita a España.
Todavía de luto por el fallecimiento de su hijo en marzo de este año, Escotet no perdió la ocasión para reencontrarse con su amigo monarca, quien desde hace un tiempo y tras varios escándalos en los que se ha visto envuelto, reside en Emiratos Árabes Unidos.
Desde que Don Juan Carlos abdicó, los verdaderos amigos que le han quedado se cuentan con los dedos de una mano y puede que sobren dedos. Uno de ellos es el regatista Pedro Campos Calvo Sotelo (72), presidente del club náutico de Sanxenxo, cuyo apabullante palmarés incluye 16 campeonatos del mundo y 11 copas del Rey de vela. Aunque más que por sus gestas, ahora es conocido como el anfitrión de Don Juan Carlos, pues el Emérito ha convertido el chalé de Campos en las afueras de Sanxenxo en su refugio favorito y el lugar donde se hospedaría en su regreso a España. El propio Campos y su mujer, Cristina Franze, acudió al aeropuerto de Vigo junto a la infanta Elena para recibir al Emérito, reveló Consuelo Font en EL MUNDO.
El regatista, de familia bien pontevedresa, es hijo de Marcial Campos Fariña, un ingeniero de Endesa que era propietario de las termas de Cuntis, uno de los balnearios más renombrados de Galicia y que ahora gestionan sus hijos. Casado con Enriqueta Calvo Sotelo, prima hermana del que fue presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, Pedro es el quinto de sus 11 hijos. Su afición al mar le nació cuando con 3 años su padre le llevaba a navegar por la ría de Arousa en el barco que alquilaba los veranos y tras colgar los estudios de ingeniero naval, decidió dedicarse profesionalmente a las regatas, logrando en 1976 su primer título mundial en Mónaco. Algo que le impulsó a probar suerte como emprendedor montando una empresa de velas, que acabaría fusionada con el gigante North Sails, la mayor velería del mundo, en la que Campos tiene participación y ha llegado a presidir. Lo combina con la gestión del hotel-balneario de Cuntis y varias empresas relacionadas con la vela, como TWR, dedicada a la compra-venta de barcos y patrocinio de regatas.
Se casó a los 43 años con la vasca Begoña Gil de Barroeta, unión de la que nacieron sus dos hijas (Begoña y Paloma, hoy veinteañeras) y que acabó en divorcio. Lo que supuso un duro mazazo para Campos, que logró recuperarse al conocer a su segunda mujer, Cristina Franze, una espectacular brasileña rubia de ojos claros y 30 años más joven.
Navegar, pegarse buenas mariscadas en A Centoleira, Marlima o el Náutico junto a otros patrones, como Sánchez Bella, Juan Carlos Escotet, el banquero José Álvarez y por supuesto Pedro Campos, con sobremesas aderezadas con chistes, le devolvieron las ganas de vivir a Don Juan Carlos. Además en Sanxenxo sigue siendo el Rey, pues todos se vuelcan con él, especialmente Campos y su esposa, Cristina, en cuyo chalé se siente tan a gusto que no ha vuelto al hotel rural de Áreas donde se hospedaba años atrás.
El rey emérito ponía fin a sus cuatro días de estancia en Sanxenxo tras participar en la entrega de premios de la regata InterRías en la que participó y ganó. Recogió el trofeo y una placa y fue el momento en el que respondió brevemente a los medios. Al preguntarle si tenía ganas de encontrarse con el rey Felipe y la Reina, su respuesta fue: “Yo estoy aquí”. Quizá lo más significativo fue realizar el gesto de Victoria con sus dedos, en vez de responder a la pregunta: “¿Qué le va a decir al Rey?”. Esta fue su única comunicación con la prensa, salvo el saludo a la periodista Mariángel Alcázar, que lleva años cubriendo la información de Casa Real.
Don Juan Carlos no ha querido tener un trato directo con los medios salvo las pocas frases que lanzaba desde el coche en el que se desplazaba de la casa de Nanín al náutico. De ahí, vuelta al chalet.
La única variación en estos recorrido fue el sábado 21 de mayo, cuando se trasladó a Pontevedra para ver jugar a su nieto Pablo Urdangarin, una invitación que le hizo directamente el hijo de la infanta Cristina, según contaron desde el propio equipo. “No había nada previsto y llegó cuando ya había entrado toda la gente. Fue un detalle bonito”. La demostración del aprecio que le tiene el joven fue el darle un abrazo que emocionó al monarca.
Un detalle que no pasó desapercibido fue la manera que tuvo Pablo de besarle la mano en señal de respeto, lo mismo que había hecho la duquesa de Lugo cuando recibió a su padre a pie de pista en el aeropuerto de Vigo. Primero hubo un abrazo y después una reverencia para señalar su condición de rey en el organigrama de la Familia Real.
El mismo jueves 19 de mayo de su llegada ya hubo una cena compartida solo con la unidad familiar. Ese día, la cena que se sirvió fue sopa de pescado, lubina y fruta. Al día siguiente, y como adelantó Vanitatis, se fueron sumando amistades como Pedro de Borbón, duque de Calabria, y el nieto del almirante Pita Da Veiga, que también acudieron a recibirle la tarde en que regresó de su primera travesía como patrón del Bribón, reveló loma Barrientos en Vanitatis de El Confidencial.
A ese grupo se añadieron el alcalde, Telmo Martín ,y el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Sanxenxo. El menú se mantuvo en los mismos términos, con productos del mar: sardinas a la brasa, rodaballo y tres kilos de navajas recogidas esa misma mañana. Los periodistas también las pudieron probar en el bar Albino, que tiene al mismo proveedor.
La noche del sábado, en cambio, fue diferente respecto al menú anterior que se ofreció en el chalet de Pedro Campos. Esa vez hubo barbacoa de carne, aunque sin faltar la empanada de zamburiñas.
Don Juan Carlos estaba feliz después de haber podido abrazar a su nieto Pablo y en la cena contaba lo buen chico que es y cómo se esforzaba jugando a balonmano. Su equipo no ganó, pero para el abuelo rey lo importante fue estar con él.
Esa última noche estuvieron los amigos y tripulación, entre los que se encontraban Mauricio Sánchez-Bella, Peter Dubens, Francisco Botas, César Elízaga, Juan Carlos Escotet y algunos parientes directos de Pedro Campos. Pudieron compartir la cena con don Juan Carlos. Entre los asistentes se encontraba también Alicia Freire, armadora del Titia, el barco que ha competido contra el Bribón y en el que suele navegar la infanta Elena cuando participa en las regatas de Sanxenxo.

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